Hasta hace casi un siglo la mayor parte de Moncloa-Aravaca eran terrenos arbolados que habían pertenecido a la Corona y a Patrimonio Nacional. El Parque del Oeste, la Dehesa de la Villa y la Casa de Campo son tres de los grandes parques históricos que podemos disfrutar hoy todos los madrileños, a los que se ha unido el más reciente Madrid Río, con el puente del Rey como uno sus atractivos. Además, por Aravaca discurre el parque lineal del Arroyo Pozuelo. Todas estas áreas verdes convierten a Moncloa-Aravaca en el pulmón verde de Madrid.
El Parque del Oeste, el primer parque público de Madrid
Sobre el antiguo vertedero de la capital y a iniciativa del alcalde de Madrid, Alberto Aguilera, nació el Parque del Oeste, el primer parque público de nuestra ciudad. Celedonio Rodrigañez optó por crear un trazado paisajista y jardín al estilo inglés. Durante la Guerra Civil fue campo de batalla y quedó muy destruido. Finalizada la contienda, el responsable de los parques y jardines, Cecilio Rodriguez, lo reconstruyó respetando el trazado original y se amplió hasta llegar al paseo del Pintor Rosales y la Estación del Norte. Cuenta con espacios tan singulares como la Escuela de Cerámica, el Teleférico, el Templo de Debod o la Rosaleda Ramón Ortiz, con más de 20.000 rosas de todo el mundo y donde este mes de mayo se ha celebrado el 65 Concurso Internacional de Rosas Nuevas Villa de Madrid.
El mayor parque público de Madrid: La Casa de Campo
Con sus más de 1720 hectáreas, la Casa de Campo es el mayor parque público de la ciudad. Los orígenes de esta gran área verde datan de 1556, cuando el rey Felipe II compró una propiedad a los Vargas que fue ampliándose posteriormente con la repoblación de la orilla derecha del Manzanares y la del arroyo Meaques.
Hace 90 años, el 1 de mayo de 1931, el Estado cedía al pueblo de Madrid la Casa de Campo y desde 2010 está protegido como Bien de Interés Cultural. Hoy madrileños y visitantes podemos pasear libremente por el cerro Garabitas, uno de los escenarios de la Guerra Civil o recorrer a pie o en bicicleta alguno de los más de 100 kilómetros de vías que la atraviesan, como el Anillo Ciclista. También podemos practicar deporte en alguna de las numerosas instalaciones deportivas municipales o recrearnos junto al lago, disfrutando de los renovados restaurantes en las distintas concesiones municipales. Además, para toda la familia hay multitud de posibilidades de ocio como el Teleférico, la Venta del Batán, el Parque de Atracciones o el Zoo Aquarium. Y alberga también el vivero municipal donde, desde 1805, se cultivan árboles y arbustos que se destinan a replantar las zonas verdes de nuestra ciudad.
Dehesa de la Villa: un bosque en medio de la urbe
En el barrio de Ciudad Universitaria se encuentra la Dehesa de la Villa, un auténtico bosque en medio de la urbe, cuyas primeras referencias históricas datan de 1434 como Monte de Amaniel. Se trata de un espacio forestal de gran interés ecológico desde donde podemos observar más de 70 especies de aves. Entre los muchos caminos que la recorren, podemos seguir la senda real o el paseo del Canalillo y ver de cerca lugares como la fuente de la Tomasa, el cerro de los Locos, la senda botánica o el mirador desde donde en días despejados se tienen unas estupendas vistas de la sierra del Guadarrama. Todavía están presentes en el parque los restos de túneles y capirotes que suministraban agua a las fuentes de la Villa de Madrid. Como en el parque del Oeste y la Casa de Campo, también se encuentran bunkers y trincheras de la Guerra Civil.
Las ultimas áreas verdes: Parque de Arroyo Pozuelo y Madrid Río
Ya en la zona de Aravaca, siguiendo el curso del río, se extiende el Parque del Arroyo Pozuelo, un parque lineal de 1.200 metros de longitud que llega hasta el sur lindando con la localidad de Pozuelo de Alarcón. Un entramado de caminos conecta zonas infantiles, pistas deportivas y la recién creada área de calistenia que cuenta con bancos, paralelas y escaleras de doble altura.
Y el gran parque de Madrid del siglo XXI, es Madrid Río. Esta gran zona peatonal de más de seis kilómetros discurre paralela al río Manzanares sobre la soterrada M30, lo que permitió convertir una autopista en un gran parque lineal. Uno de los puntos más importantes es la explanada del puente del Rey, que además une el casco histórico con la Casa de Campo y desde la que podemos contemplar un letrero de vidrio reciclado con el nombre de nuestra ciudad.