Llega el recreo de cualquier colegio y aparecen disputas de cómo repartirse el espacio de juego, si ha sido falta, canasta o gol, o las atropelladas carreras por las escaleras para llegar al patio los primeros. Para resolver estos conflictos entre el alumnado de manera positiva, el distrito de Ciudad Lineal ha implantado en varios centros educativos públicos un programa de mediación escolar que tiene como objetivo final mejorar la convivencia en estos espacios. Desde hace más de un año funciona en los colegios de educación infantil y primaria (CEIP) Leopoldo Alas, San Juan Bosco, Gandhi, Nuestra Señora de la Concepción, San Benito, Méjico, y en los Institutos de Educación Secundaria (IES) Miguel Delibes, Salvador Dalí y San Juan Bautista.
Una de las ventajas de este proyecto es que son los propios escolares, convertidos en alumnos mediadores, los que detectan el conflicto y a través del diálogo intentan resolverlo de manera positiva. También ejercen de acompañantes con los niños y niñas que han llegado nuevos al centro o no se integran correctamente. Hasta la fecha se ha actuado con casi mil escolares de Primaria.
El papel de alumno mediador es voluntario. La mayoría de los estudiantes que dan el paso para asumir este rol, lo hacen con el deseo de disminuir las peleas, mediar entre riñas de amigos o terminar con las disputas por el balón, “para que reine la paz en el colegio y que la gente viva feliz”, como señalaba uno de ellos en el CEIP Leopoldo Alas.
La estructura del programa de mediación se basa en la resolución de conflictos y en la prevención de la posible violencia o el acoso escolar, y a un triple nivel: alumnado, profesorado y formación a padres y madres.
Los alumnos mediadores de 4.º a 6.º de Primaria reciben sesiones formativas para que adquieran habilidades, técnicas y herramientas que les permitan autogestionarse y resolver los conflictos. Semanalmente se reúnen con un dinamizador para hacer seguimiento de las actuaciones y resolver dudas y posibles obstáculos. Los alumnos y alumnas mediadoras saben, por ejemplo, que deben ser neutrales, observar, no juzgar ni opinar, mantener la confidencialidad y ayudar a los compañeros que lo necesiten. Para eso se trabaja, siempre fuera del horario lectivo, la escucha activa y las emociones, teniendo en cuenta que éstas pueden ser un obstáculo a la hora de facilitar una solución positiva.
El profesorado y las familias también reciben sesiones formativas de intervención y apoyo para abordar los conflictos, y en el caso de los IES se actúa con equipos de orientadores que tratan de involucrar a los propios jóvenes en la mejora de la convivencia. Se consigue trabajando de manera individual con alumnos disruptivos o a través de sesiones grupales sobre temas de interés como las redes sociales o la igualdad de género.
En definitiva, el programa de mediación trata de concienciar e implicar a toda la comunidad educativa, inculcando desde edades tempranas valores como el respeto, la tolerancia o la empatía para conseguir que los centros escolares sean espacios de paz. Porque hablando se entiende la gente.