El 24 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Evolución y desde el CIEA le hemos dedicado tres jornadas muy emocionantes en las que hemos recorrido los millones de años desde LUCA, el ancestro común de todos los seres vivos hasta nuestros días.

Día 1: Dinosaurios y otros animales

De la mano de José Luis Sanz, uno de los mayores expertos en dinosaurios de nuestro país, hemos conocido como estos animales han influido en el imaginario popular a través de distintas disciplinas artísticas como la pintura, el cine o la literatura. A principios del siglo XX empiezan a aparecer las primeras series y películas donde, los protagonistas son los Pterodáctilos, reptiles voladores extinguidos (que no dinosaurios) a los que se les dota de cierta maldad y se les representa como dragones, en escenarios o ambientes de condiciones adversas e infernales.

En el cine aparecen como los demonios del cielo, seres que aparecen volando y cuya especialidad es llevarse personas, coches, animales o cualquier cosa que se les ponga por delante en sus fuertes garras.

Los dinosaurios, por su parte, aparecen como bestias feroces devoradores de seres humanos y animales. El cine se encarga de mostrárnoslos con su toque de fantasía, dotándoles incluso de cierta personalidad. Se empiezan a hacer representaciones y películas donde les vemos gestos o actitudes más humanizadas y nace el discurso más recurrente para la ficción: Dinosaurios vs Civilización.

Enfrentamiento que llena horas de cine y páginas enteras en la prensa y literatura y es que estaremos de acuerdo en la idea de que un dinosaurio suelto en una ciudad no es lo más divertido que nos podría suceder ¿verdad? No obstante, con el paso del tiempo y películas como las de Parque Jurásico se ha ido consolidando una imagen más amable de estos animales, siendo de los preferidos de las criaturas más pequeñas de la casa, que tienen a su disposición multitud de cuentos, series de dibujos y juguetes relacionados.

 

Día 2: Un paseo con Darwin por la Dehesa

Nuestro particular Darwin dehesiano, recorrió la Dehesa de la Villa para mostrarnos algunos ejemplos evolutivos que se pueden observar en nuestro Parque. Si algo nos quiso dejar claro fue que la evolución no es un acontecimiento que suceda de manera puntual y concreta sino que es un mecanismo de adaptación en constante desarrollo y cambio, provocado a su vez, por los cambios en las condiciones ambientales.

Un ejemplo de adaptación es la jara pringosa (Cistus ladanifer), de la cual conocemos sus vistosas flores, su aroma y esa sustancia pegajosa que la impregna y que se llama ládano. Pero, ¿para que le sirve el ládano a la jara? Empezaremos comentando que la jara es una planta pirófila, es decir, el fuego como puede favorecer su reproducción y, es aquí, donde el ládano interviene, inhibiendo el desarrollo de otras especies para que sus semillas puedan caer en el terreno quemado y dar lugar a nuevos individuos de jara.

También hemos podido conocer otro ejemplo de adaptación del reino a animal, en este caso, gracias a los conocidos pájaros carpinteros.

Qué dolor de cabeza debe producir martillear repetidas veces el tronco de los árboles para hacer nidos o comunicarse con otros ejemplares, ¿verdad?

 

Millones de años de evolución han hecho que estos animales adapten su cráneo para amortiguar estos golpes, aumentando el tamaño de unas esponjosas amígdalas, que hacen que el cerebro de los carpinteros no choque fatalmente con su estructura ósea.

Día 3: Simbiosis: vivir juntos, vivir mejor

La última jornada empezó desmontando el mito de que la evolución es asunto del más fuerte. Javier Slocker, profesor de biología y divulgador especializado en paleobiología y evolución, nos sumergió en el fascinante mundo de la simbiosis con una definición, en apariencia simple, simbiosis como sinónimo de vivir con «alguien». Fácil, ¿verdad? Pues casi casi, y es que, «alguien» resulta que pueden ser innumerables organismos de innumerables especies diferentes y, como en cualquier relación, ese convivir no es siempre para bien. Pero como el tiempo es limitado y somos gente positiva, nos centraremos en las asociaciones en las que ambas partes salen beneficiadas, lo que recibe el nombre de mutualismo.

Para entenderlo mejor, nos remontaremos a hace más de 3.700 millones de años, cuando aparece LUCA (last universal common ancestor), el primer microorganismo vivo en la Tierra y por ende, el ancestro común de todos los seres vivos que existen hoy en día.

A partir de Luca, nos dirigiremos hacia nuestra rama evolutiva, la Eukaria, donde se forman nuestras células, pero ¿cómo? Pues (sorpresa que no os esperáis) por simbiosis, más concretamente, por endosimbiosis. En este punto, tenemos que conocer a Lynn Margulis (gran bióloga estadounidense destacada en el campo de la evolución biológica) que, explica la aparición de las células eucariotas a partir de la simbiosis de bacterias, con habilidades específicas, que se introducen en el interior de otras células, dotándolas de estas diferentes habilidades. Aparecen así orgánulos como las mitocondrias o los cloroplastos, responsables de procesos metabólicos como la respiración o la fotosíntesis.

Bueno, queda claro que la simbiosis no es un invento moderno pero, es momento de ver algunos ejemplos que nos ilustren todo esto en la actualidad.

  • Líquenes: son la asociación de un hongo con un alga. Seguro que los habéis visto en troncos y ramas de los árboles o en las piedras. En este caso, las algas, a través de la fotosíntesis, producen azúcares que sirven de alimento al hongo y, el hongo, le facilita al alga colonizar territorios más secos y luminosos de los que podría colonizar desarrollándose por separado. 
  • Pez payaso y anémona: ¿Quién no conoce a un famoso pececillo como este buscando a su hijo en el amplio mar? El pez payaso vive protegido entre los tentáculos urticantes de la anémona, alimentándose de pequeños restos de esta. A su vez, la anémona se ve, también, defendida de posibles ataques de otras especies que vivan en los arrecifes.
  • Insecto + Protozoo + Bacteria: esta triple asociación se da en un animalito muy pequeño, conocido por todos pero poco deseado en nuestras casas: las termitas. Las termitas se alimentan de madera pero, no podrían hacerlo sin ayuda de un protozoo que las ayude a digerir la celulosa. Hasta aquí bien, ¿no? ¿Qué vais a pensar cuando os digamos que ese protozoo no puede digerir la celulosa sin la presencia de una bacteria en su interior? De eso se encargan las espiroquetas gracias a la producción de la enzima celulasa en su interior. Eso es, al estilo de las matrioskas rusas.

 

Estas han sido las III Jornadas sobre evolución y origen de la vida celebradas en el CIEA Dehesa de la Villa y, queremos agradecer a los ponentes su colaboración y generosidad para llevarlas a cabo. Esperamos que hayan sido del agrado de todas las personas que habéis participado en ellas.

El camino de la evolución, continúa.