Fue un 11 de octubre de 1977 cuando Victoria Kent regresó a España. Lo hacía después de cuatro décadas de largo exilio tras la Guerra Civil, años en los que vivió sucesivamente en París, México y Nueva York.

En el 40 aniversario de su vuelta, el Ayuntamiento de Madrid ha querido recordar y dejar constancia de su figura y legado colocando una placa en el edificio donde estuviera su despacho de abogada hasta 1936, en el número 5 de la calle Marqués del Riscal, en el distrito de Chamberí.

Con su presencia en el descubrimiento de la placa, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, la delegada de Políticas de Género y Diversidad, Celia Mayer, el concejal del distrito, Jorge García Castaño, y la decana del Colegio de Abogados de Madrid, Sonia Gumpert, han rendido un homenaje a esta mujer “comprometida feminista, directora de prisiones y diputada de la II República Española”, según reza el texto en su recuerdo.

Ejemplo de compromiso feminista

Fue un ejemplo del compromiso feminista; más allá de su defensa de la necesidad de priorizar la ampliación de la formación y la independencia de las mujeres (lo que le llevó a protagonizar su célebre disputa con Clara Campoamor), Victoria Kent demostró dicho compromiso con su propia trayectoria vital.

Nacida en Málaga, a los 18 años se trasladó a Madrid, alojándose en la Residencia de Señoritas (también en Chamberí), cuyos gastos sufragó ella misma impartiendo clases particulares. Con la entonces directora de la Residencia, María de Maeztu, participaría años más tarde en la fundación del Lyceum Club Femenino.

En Madrid realizó los estudios de Derecho, convirtiéndose en la primera mujer en ingresar en el Colegio de Abogados y ejercer la abogacía. Sería en 1930 cuando adquiriera prestigio y renombre, al convertirse en la primera mujer en el mundo que asumía la defensa de un acusado ante un tribunal militar. Al año siguiente, Victoria Kent sería elegida diputada a Cortes por Madrid y nombrada directora general de Prisiones.

Durante los tres años que ocupó su cargo, Kent demostró su firme compromiso político y social, así como un profundo sentido reformador en defensa de la dignidad de los presos y presas. Su objetivo decidido de dignificar y humanizar las prisiones tuvo su gesto más simbólico en la eliminación de grilletes y cadenas. Con el metal recogido mandó modelar una estatua en honor de Concepción Arenal, también pionera del feminismo en España y su predecesora en la denuncia por la situación de las cárceles en nuestro país, una anécdota que fue recordada por la alcaldesa en sus palabras de homenaje.

Victoria Kent aportaría su experiencia única en este campo a los países que la acogieron en el exilio, primero poniendo en marcha la Escuela de Capacitación para el personal de prisiones en México, y más tarde en Nueva York, reclamada por la ONU para colaborar en su Sección de Defensa Social. Fue en esta ciudad donde conocería a Louise Crane, quien sería su compañera hasta su muerte.

Solo hace 40 años se decidió a volver a España, si bien regresaría a Nueva York para pasar sus últimos días. Ahora, con esta placa en su memoria, ha vuelto a Chamberí. Y lo ha hecho para quedarse.