Hablamos de dos pioneras. Sofonisba Anguissola no sólo fue la primera mujer dedicada a la pintura en recibir reconocimiento entre sus compañeros, sino también la primera con obra exhibida en el Museo del Prado. Artemisia Gentileschi, por su parte y gracias a su excepcional talento, fue la primera en ser admitida en la famosa Accademia del Disegno de Florencia.
En la antesala del Día de la Mujer y para aproximarte a la vida de estas dos artistas, el distrito de Chamberí ha programado un ciclo de conferencias impartidas por Belen G. Naharro en el Centro Cultural Galileo dedicadas a estas dos damas del arte universales. Serán los días 22 de febrero la dedicada a Anguissola y el 29 de febrero la charla sobre Gentileschi. Por si no puedes asistir o simplemente quieres conocer más sobre su vida te dejamos unas pinceladas sobre su trayectoria.
Sofonisba Anguissola, pintora de la corte española
Sofonisba Anguissola, la mayor de siete hermanos nació en Cremona hacia 1535 en el seno de una familia noble. Junto a dos de sus hermanas, Lucía y Helena, estudió en el taller de pintura de Bernardino Campi donde fue descubierta por Giorgio Vassari que quedó impresionado por las dotes artísticas de Sofonisba a la que incluyó en su diccionario de artistas. A los 22 años Anguissola viajó a Roma para conocer las últimas novedades artísticas donde se concentraban las grandes construcciones y los más importantes encargos de pintura y escultura. Es allí donde conoció a Miguel Ángel Buonarotti, quien se convirtió en su protector y le transmitió algunas enseñanzas cruciales. De regreso a Cremona inició una carrera profesional viajando a ciudades cercanas para retratar a nobles y miembros de la Iglesia. Hasta Miguel Ángel alabó su obra cuando ella le demostró su capacidad copiando un dibujo que él le había mandado.
En 1558, a los 26 años, Anguissola viajó a Milán donde coincidió con el tercer duque de Alba y su fama llegó a oídos de la corte, que la invitó a Madrid donde se convirtió en dama de compañía de la nueva reina, Isabel de Valois, a quien serviría como compañera y profesora de pintura y de música. Fue también retratista de la familia real durante los 13 años que permaneció en la Corte española. Por desgracia, gran parte de su obra se perdió en el incendio del palacio del Prado, en aquel entonces residencia de los monarcas en Madrid.
Casi con 40 años por voluntad del rey se casó con Fabrizio de Moncada, un noble siciliano del que enviudó en 1579. Orazio Lomellino, un joven noble de veinticinco años fue su segundo marido, con quien se instaló en Génova. Su residencia fue centro de reunión de muchos artistas y escritores europeos. Anguissola siguió practicando el arte de la pintura, retratando a numerosos personajes y también haciendo obras de temática religiosa, la mayor parte desaparecidas. En 1615, con 83 años, se trasladó con su marido a Sicilia, instalándose en Palermo. Allí, ya casi ciega pintó la última de sus obras, un autorretrato fechado de 1610. En 1624 recibió la visita de un joven pintor flamenco, Anton van Dyck, quien la representó en diversas ocasiones. Sofonisba Anguissola murió en 1625, a los 93 años, dejando tras de sí una obra ingente y dispersa, y abriendo la puerta a que muchas pintoras pudieran seguir sus pasos.
Artemisa Gentileschi, la primera mujer que ingresó en la Accademia del Disegno
Artemisia Gentileschi nació en Roma en 1593, hija del pintor Orazio Gentileschi. Su padre la guio en el arte del dibujo y la pintura del que aprendió las técnicas del claroscuro y el tenebrismo que estarían presentes en toda su obra. A los 17 años firmó Susana y los viejos. Ante la imposibilidad de poder ingresar en la Accademia por ser mujer su padre le puso como preceptor a un colaborador suyo, Agostino Tassi, para que le diera clases y le enseñara a pintar al aire libre. Abusando de la confianza la violó. Largo y humillante fue el juicio posterior, Tassi fue condenado a un año de prisión y a abandonar los Estados Pontificios.
Al tiempo, su padre dispuso su matrimonio con el pintor florentino, Pietro Antonio di Vicenzo y se instalaron en Florencia. En 1614 dio a luz a su primera hija, Prudenza, separándose al poco tiempo de su marido y convirtiéndose en una mujer independiente. Adoptó el apellido Lomi, lo que le abrió las puertas en el mundo del arte gracias a la fama de su tío Aurelio Lomi en la ciudad. Fue la primera mujer en ser admitida en la Academia del Disegno de Florencia. Su ingreso en la institución florentina le permitió ganar prestigio y tener la libertad para crear y firmar contratos. Durante su estancia en Florencia conoció y entabló contacto con Galileo. La proximidad y protección de la corte de los Médicis le permitió perfeccionar su técnica y le aportó referencias intelectuales. Otro de sus mecenas fue Miguel Ángel Buonarotti el Joven, sobrino del gran escultor florentino. En 1621 regresó a Roma donde nació su segunda hija. Allí se estableció de forma independiente y crió a sus dos hijas. Residió gran parte de su vida en Nápoles, donde pintó varios cuadros para la catedral, y algún breve período en Londres donde trabajó para el rey Carlos I y pintó junto a su padre le Case delle Delizie.
Desde la Junta Municipal de Chamberí queremos rendir homenaje a estas dos primeras señoras del arte que se enfrentaron a la incomprensión y hasta la violencia pero que abrieron el camino a nuevas generaciones de mujeres. Permanece atento a nuestra programación porque próximamente recordaremos a las mujeres que han sido importantes para la historia en Chamberí.