La generosidad y solidaridad de mujeres de Chamberí ha viajado en contenedor hasta tierras de Mozambique. Al proyecto lo han llamado ‘Una máquina para coser la esperanza’ y ha consistido en el envío de 30 máquinas de coser para mujeres albinas de Maputo, con ayuda de la ONG África Directo.
Dentro de los actos del 25 N contra la violencia de género, el pasado día 23 se presentó en el centro cultural Galileo este proyecto solidario en el que ha estado detrás la junta municipal de Chamberí, a través de su departamento de Servicios Sociales del que dependen los centros municipales de mayores.
Han sido las mujeres de estos centros del distrito las que han donado las máquinas de coser que han viajado hasta tan lejos para llevar esperanza a mujeres que no tienen nada. La generosidad de nuestras vecinas, al desprenderse de una herramienta que durante años ha formado parte de su familia y de su vida, va a ofrecer una oportunidad y unas expectativas de las que sus receptoras carecen.
Todo comenzó un buen día, en una conversación entre trabajadoras municipales y amigas. Carmen, una de ellas, es madre de acogida y conocedora de esta sociedad porque adoptó a una niña albina que llegó a Madrid para tratamiento médico. ¿Qué podemos hacer para ayudar?, y a alguna se le ocurrió hacer llegar herramientas que permitan trabajar para buscarse un futuro.
Se pensó en las máquinas de coser mirando al pasado de la sociedad española. Durante años, muchas mujeres de anteriores generaciones pudieron ganarse la vida y salir adelante gracias a la actividad de la costura.
La idea se trasladó a las mujeres que acuden a los centros de mayores de Chamberí y poco a poco, y a través del boca a boca, se consiguió la donación de 30 máquinas de coser. Después buscaron ayuda para el traslado y la encontraron en la ONG África Directo. El Ayuntamiento de Madrid ha apoyado en todo momento a las donantes con ayuda logística y espacios para reuniones y para guardar los materiales que se iban recogiendo, así como a las entidades e instituciones que han colaborado en el proyecto.
Emoción y esperanza en cada historia
El salón de actos se inundó de emoción cuando Emilia relató en el escenario del Galileo todo lo que habían cosido las mujeres de su familia en la máquina donada. El amor que habían puesto para confeccionar desde trajes de novia, de comunión y toda la ropa de más de una generación. “Como el aparato ya no servía para nada en mi casa, me hace mucha ilusión que lo tenga otra mujer que pueda tejer la vida de su familia como ha ocurrido con la mía”, dijo Emilia. De la misma forma se expresaron Laura y otras donantes más que aparecieron en un vídeo proyectado en la sala.
Todas y cada una hablaron del amor con el que se han desprendido no sólo de su máquina de toda la vida sino también de material de costura, telas, hilos y agujas. Incluso ropa que permanecía guardada en casa, perteneciente a alguien de su familia, que no se había tirado por su valor emocional y que ahora va a recuperar una utilidad. Todo se ha incluido en el cargamento.
Un futuro vestido de ‘capulana’
Una vez que el material llegó a su destino, nada hubiera sido posible sin la colaboración de la comunidad de Hermanas Mercedarias de la zona. Ellas han dispuesto un local en el que enseñan a las mujeres albinas a utilizar las máquinas y funciona como taller, y también donde guardan el material.
Fue emocionante escuchar el relato de la escritora Ana Cristina Herreros y el fotógrafo Kike Carbajal sobre su viaje a Mozambique. A través de fotografías nos contaron cómo trabajan estas mujeres, los trabajos que hacen, cómo cosen las llamadas ‘capulanas’, esas telas de vistoso colorido tan típicas de África que les sirve para todo, para vestirse, para transportar a los hijos e incluso de mortaja.
Las personas con albinismo en África, pero sobre todo las mujeres, viven en condiciones extremas. Ellas sufren una doble discriminación, por su condición de mujeres y albinas. Sus características físicas se traducen en enfermedades derivadas de la intensidad del sol africano, por lo que padecen alteraciones que afectan a la visión y la epidermis. El cáncer de piel está muy presente y reduce su esperanza de vida a menos de 40 años.
Aparte está el sida, una enfermedad extendida en el continente que a ellas les afecta especialmente. Debido a las creencias ancestrales, son imaginables las consecuencias cuando los hombres creen que si violan a una mujer albina no sufrirán de sida o cuando las abandonan porque consideran que son ellas las transmisoras.
Por eso es tan importante darles de una esperanza. Ofrecerles una actividad que les permita dejar de ser dependientes es un reto. Ahora, se trata de buscar la forma de dar salida a sus costuras, la forma de autoabastecimiento y de canalización de la producción para que activen su propia economía de subsistencia, porque eso significará un futuro en libertad.
Nadie quiere que este proyecto termine aquí. Las mujeres de Chamberí quieren seguir en contacto, ver la forma de vender sus trabajos, enviar materiales, medicinas que tanto necesitan como cremas dermatológicas o gafas. Podemos decir que se ha creado un vínculo, una red de generosidad que simboliza la implicación y la esperanza de unas mujeres en el destino de otras, que va de Chamberí a Maputo.