Una silla en la que se sentaban los alumnos y un informe de autoevaluación de un maestro interino en 1934, son dos de las piezas que ilustran el retrato de lo que fue la enseñanza en el inicio del siglo pasado. Estamos ante un interesante paseo por la historia del magisterio español, desde la mirada de un protagonista especial, y lo podemos hacer a través de la exposición ‘Ángel Llorca, el maestro que soñó la república desde el grupo escolar Cervantes’.
El centro cultural Galileo, del distrito de Chamberí, en colaboración con la Fundación Ángel Llorca, ha querido rendir homenaje a un maestro en el más amplio sentido de la palabra, y en él a todos aquellos que trabajaron por la educación en tiempos de la Segunda República.
Estará abierta al público hasta el 23 de abril, de lunes a sábado (de 10 a 14 horas y de 15 a 20 horas), ofreciéndose visitas guiadas los días 21 y 23 de abril para las que es necesario apuntarse en el correo electrónico del centro ccgalileo@madrid.es. En la primera semana que lleva expuesta, la muestra ha contado con más de un centenar de visitantes, de los que un alto porcentaje son mujeres.
Ocupando dos de las salas del Galileo, encontramos documentos, utensilios como su máquina de escribir, fotos y paneles informativos de la vida y trayectoria de nuestro personaje, además de la proyección de un vídeo recopilativo del contenido de la exposición, con testimonios de personas que fueron espectadores y actores de la historia contada.
Su vida y dedicación
El maestro alicantino forma parte de esa primera generación de docentes que veían la solución de España en la enseñanza. Desde que a últimos del siglo XIX consiguiera la plaza por oposición, se dedicó, no solo a su ejercicio sino a luchar por la mejora del panorama educativo español que a principios del XX era realmente desolador, marcado por un analfabetismo altísimo sobre todo en las mujeres, fruto de las profundas desigualdades socioeconómicas.
Toda su vida la dedicó a este campo, investigándolo y buscando soluciones incluso más allá de nuestras fronteras. Curiosamente en 1927, Llorca estuvo en contacto con instituciones internacionales, participando en el programa ‘Locarno, world conference in new education’ bajo el tema general “The true meaning of freedom in education”. Se expone un minucioso diario de viaje al extranjero y hasta una acreditación de su asistencia.
Como minucioso es el diseño de la lección y los consejos a los docentes cuando ejercía de formador: “El maestro siempre alentará a que le corrijan, a que le adviertan los errores entregándose a este semijuego con los alumnos, pero siempre estimulando e interesando a favor de la actividad natural”.
¿Cómo era la enseñanza?
En el recorrido, descubrimos infinidad de documentos, cuadernos y objetos que recuerdan la forma de enseñar de esos años. Por ejemplo, las sillas de la escuela eran elaboradas por los mismos alumnos y alumnas al igual que las figuras utilizadas en la clase de geometría: un cono, un cilindro o un cubo. El aprendizaje comenzaba en el germen del material, en este caso de la madera, explicándoles cómo era el proceso desde la plantación de un árbol, cómo iba creciendo hasta convertirse en el material que llegaba a sus manos para hacer la silla. Un sistema de trabajo totalmente novedoso para la época, basado en la observación.
Igualmente interesante es la muestra de trabajos de escolares de los años 30. Cuadernos didácticos en los que se escribían cuentas, en la forma más primaria de acercarse al estudio de las matemáticas, o los textos salpicados de dibujos ilustrativos de aquellos temas que estuvieran aprendiendo. Todo este contenido ha sido prestado por las familias que los guardan, en la mayoría de los casos, como valiosos recuerdos de sus padres.
Otras actividades en el Galileo
Dentro del programa cultural que el centro Galileo dedica a la enseñanza se incluyen la mesa redonda ‘Ayer, hoy y mañana de la educación pública’ el día 20 de abril, y un paseo por los grupos escolares históricos del distrito de Chamberí, el sábado 22 de abril por la mañana para terminar el ciclo.
Precisamente en uno de estos colegios de Chamberí, el Grupo Escolar Cervantes, fue donde nuestro protagonista desarrolló y puso en práctica “la primera escuela de ensayo y reforma” que sirviera de modelo a todas las demás del país.