Mañana lunes conmemoramos la festividad de la Almudena. Fue en 1908 cuando Santa María de la Almudena fue nombrada patrona de nuestra ciudad por decreto del papa Pío X, un acto que fijó el día de su celebración el 9 de noviembre.
Sin embargo, este año con la crisis sanitaria a causa de la COVID-19 los madrileños no podrán realizar su multitudinaria ofrenda floral y la tradicional visita. Sí habrá actividades con aforo limitado y podrán seguirse en directo por el canal de YouTube del Arzobispado de Madrid.
Historias y leyendas de la patrona de los madrileños
La primera alusión sobre la patrona es su procedencia de Oriente Medio. Una de las primeras leyendas cuenta que la imagen fue trasladada desde Jerusalén por el Apóstol Santiago y uno de sus discípulos, Calocero. En su creación habían participado otros dos santos, Nicodemus (como maestro tallador) y Lucas (pintor).
Siglos más tarde, la historia dice que, entre 711 y 714, con la conquista de Mayrit (nombre fonético de Magerit) por los musulmanes, el pueblo, temeroso de que se destruyera la imagen, escondió la figura y sus pertenencias más valiosas en una de las paredes de la muralla. Como explica Gerónimo de la Quintana en su libro `A la muy noble, antigua y coronada villa de Madrid. Historia de su antigüedad, nobleza y grandeza´ (1629): “…la enterraron y la escondieron en un cubo de la muralla, que estaba cerca de esta Iglesia de Santa María, para que, a cuando a largos años se descubriese y hallase este cielo, pudiese bien compararse el tesoro escondido”.
Debe su nombre a la época musulmana: Almudena proviene de al-mudayna, término utilizado para denominar a los recintos militares amurallados, ubicados en la zona que hoy ocupa el Palacio Real y la catedral, además de la cuesta de la Vega, con los jardines del Emir Mohammed I.
La imagen de la Almudena fue encontrada el 9 de noviembre de 1085 durante la conquista de la ciudad por Alfonso XI. El monarca realizó la promesa de que, si conquistaba Toledo, regresaría a la villa para buscar la imagen oculta de la virgen. La figura apareció en uno de los cubos adosados a la muralla árabe que, por aquel entonces, conformaban la protección de sus habitantes.
En este entorno encontramos tres imágenes. En el exterior de la cripta y bajando hacia la cuesta de la Vega, es donde actualmente se halla una reproducción escultórica de la virgen justo en el sitio de su hallazgo. La segunda está en uno de los altares en el interior del templo y una tercera, en el Museo de la Catedral.
Otras leyendas
Sin embargo, las leyendas que rodean a la patrona se nutren también de varias historias más.
Cuentan que un 9 de noviembre, durante el pontificado de Gregorio VII, al pasar una procesión por la muralla, se desprendieron unas piedras dejando a la vista la imagen de una mujer acompañada de un niño. Su estupenda conservación al estar cubierta y las dos velas con las que había sido tapiada aún encendidas pese a los siglos transcurridos, convertían el hallazgo en un milagro. Se dice de hecho que la virgen debe su color oscuro al humo de las velas que la acompañaron durante los 300 años que estuvo oculta.
Otra de las teorías tiene como protagonista a uno de los héroes medievales, Rodrigo Díaz de Vivar. El Cid tuvo un sueño: la virgen le pedía que liberase Magerit para salvarla del pueblo musulmán que en aquel momento estaba en la villa. Según cuenta esta leyenda, al acercase el Cid con sus caballeros se desprendió un fragmento del muro para que pudieran entrar y tomar la ciudad.
La patrona popular de Madrid, la Paloma, tiene cierto paralelismo con la Almudena. En 1787, unos niños que jugaban en un solar contiguo a la calle de la Paloma encontraron el cuadro. Una vecina, Isabel Tintero, lo recuperó, limpió, enmarcó y colocó en el portal de su casa. Con las numerosas ofrendas que realizaban los vecinos de toda la ciudad se decidió instalar una capilla en las inmediaciones de la casa que, con el tiempo, se convertiría en la actual Iglesia de la Paloma.
Distintas ubicaciones
Desde el momento de su descubrimiento, la imagen de la Almudena fue llevaba a la Iglesia de Santa María en la calle Mayor. Allí permanecería hasta el 25 de octubre de 1865, año en el que el Ayuntamiento mandó demoler la iglesia para ensanchar dicha calle. En ese momento, fue trasladada a la Iglesia del Santísimo Sacramento de las Madres Bernardas, sede de la actual Catedral Castrense. En ese templo permanecería hasta el 29 de mayo de 1911, fecha en la que es trasladada a la cripta de la catedral.
Durante la Guerra Civil, la imagen de la virgen permaneció en esa ubicación milagrosamente ilesa pese a los duros enfrentamientos que se vivieron en la capital.
En 1954, se trasladó a la Real Colegiata de San Isidro con motivo del Año Mariano, donde permanecería hasta el 10 de junio de 1993, una fecha con mayúsculas porque ese día se trasladó a su emplazamiento actual, la primera catedral de Madrid, que sería consagrada cinco días más tarde por el papa Juan Pablo II. Un momento de ilusión porque la patrona volvía a su casa, al lugar en el que apareció hace siglos y donde es venerada por los feligreses y admirada por los turistas.
Además, el entorno donde se ubica, al final de la calle Mayor con la parte peatonal de la calle de Bailén y la cuesta de la Vega, convierte a la catedral en un lugar fantástico para ver la puesta de sol y recordar ese pasado lejano de los madrileños.