(Memoria de Madrid. Foto donada por Sonia Dorado Martín)
Hace 125 años que el cine llegó a Madrid. Lo hizo un 14 de mayo de 1896, en la Carrera de San Jerónimo. Desde allí irradiaría a toda la ciudad. Y Carabanchel se entregó también. A lo largo de todos esos años nuestro distrito ha dejado clara su fascinación por el séptimo arte. Bastan dos ejemplos: las 39 ediciones de la Semana de Cine Español y el documental Carabanchel, un barrio de cine, dirigido por Juan Carlos Zambrana y nominado al ‘Mejor cortometraje documental’ en los Goya de 2007. Te invitamos a un ejercicio de memoria.
Al principio eran barracas, algunas ambulantes, la mayoría poco estables, donde los atónitos espectadores descubrían el nuevo prodigio de la imagen en movimiento. Con el tiempo nacieron las salas estables, donde los fines de semana, las colas serpenteaban por las calles para ver en programa doble las últimas novedades. Hubo muchas, sobre todo en las décadas de los 50 y 60 del pasado siglo, desaparecieron todas, pero su rastro ha quedado en la memoria de muchos de nuestros vecinos.
El cine, planazo de fin de semana
En General Ricardos, arteria obligada en los paseos dominicales, se sucedieron, al menos, cuatro, todos ya olvidados. Entre ellos, numerosas cafeterías y pastelerías endulzaban la entrada o la salida de esas tardes cinéfilas de sábado o domingo. El Cinema España, en la frontera con el río; el Salaberry, un poco más arriba; luego, el Florida y, pasado Oporto, Los Ángeles. Pero no faltaban salas en otros de sus ejes principales como el Vistalegre, en el camino Viejo de Leganés, o el Oporto y el Coimbra en la avenida de Oporto.
La mayoría dijo adiós en las décadas de 1980 y 1990, aunque alguno como el España resistió hasta 2006. El vídeo había empezado a ‘morder’ clientela; iban aumentando los canales de televisión; las propuestas de ocio se estaban multiplicando, y las salas, todas de gran aforo, se vaciaban entre semana y los sábado y domingos ya no se colgaba el cartel de ‘No hay entradas’. Las pelis y las palomitas se veían y comían desde el sofá. Adiós a las colas, adiós a los acomodadores uniformados, adiós a las duras butacas de madera, tapizadas de terciopelo. Adiós, en definitiva, a las grandes salas, que pronto se convirtieron en bingos, como, por ejemplo, el Salaberry o el Florida, salones de banquetes, o incluso en cadenas de alimentación.
Subiendo General Ricardos desde el río
El Cinema España fue el último en cerrar. Lo hizo en 2006 tras más de cuatro décadas vendiendo sueños. Su cierre le supuso a la Semana de Cine Español buscar nuevo escenario, porque las últimas tres ediciones se habían celebrado en esta sala de casi mil localidades (674 en el patio de butacas y 246 en el anfiteatro). Se había levantado en 1943 aprovechando los muros de una finca demolida.
Muy cerca, estaba el Bécquer, entre Antonio Vicent e Inmaculada Concepción, que abrió sus puertas trece años más tarde, el 19 de noviembre de 1956, con dos estrenos en el barrio: Sueños de Circo, con Romy Schneider de protagonista, y Luces de la Ciudad, del gran Charlie Chaplin. Al igual que el España, tenía un buen aforo, 998 localidades. Se dio de baja como cine en 1987.
Si las taquillas de estos dos cines tenían colgado el cartel de ‘Completo’ o no tentaban sus programas dobles, un poco más arriba, antes de llegar a Urgel, esperaba el gran Salaberry, 1.550 localidades en sus inicios (1961) que luego se reducirían en un centenar. Encima se ubicaban los Salones Salaberry, testigos de muchas de las bodas, comuniones y bautizos del barrio en la década de los 60 y 70. El cine cerró en julio del 84.
Y subiendo más la cuesta, en el cruce con Alejandro Sánchez, el Florida, que abrió sus puertas en 1950 y allí estuvo hasta principios de los 80. Algo más pequeño que los anteriores, no llegaba a las 900 localidades. En septiembre del 83 sufrió un incendio, al parecer provocado. Cerró a continuación.
(Memoria de Madrid. Foto donada por Fabiola Ciruelos)
El 2 de abril de 1961 otro cine, Los Ángeles, elegía esta arteria carabanchelera para abrir sus puertas. Para aquella sesión inaugural eligió Con la vida hicieron Fuego, película rodada tres años antes y dirigida por Ana Mariscal, y Alias Jesse James, protagonizada por Rhonda Fleming y Bob Hope. Superaba las 1.000 localidades, 724 en patio y 280 en el ‘gallinero’. Para intentar adaptarse a los tiempos, durante 1987 y 1988 se convertiría en el Cinestudio Los Ángeles. Acogió la Semana del Cine Español durante años. Su baja en el registro como cine data de 1994.
Tres grandes salas se ubicaban en el entorno de otra de las arterias transversales de Carabanchel Bajo, la avenida de Oporto: el Coimbra, en el Camino Viejo de Leganés, inaugurado en 1964, cerró en 1989. El Vista Alegre, 1.100 localidades de aforo, abrió en 1950 y se cerró en 1977. Y justo al final de la avenida, en la plaza de Fernández Ladreda, el Oporto abierto en 1964 y cerrado a principios de los 90.
Hubo otros dos cines que casaban bien con otro de los clásicos de la época, las discotecas. El Kursal, en la Vía Carpetana, abrió en 1965, y, a veces, durante las proyecciones llegaba el boom-boom de la discoteca instalada en sus bajos. Cerró en 1989. Muy cerca, estaba el Canadá, reconvertido posteriormente en salón de bodas. Y el Imperio, (Monseñor Óscar Romero), inaugurado en 1955, dio paso cuando cerró a principios de los 80 al Disco Imperio.
Cine, cine, cine. Carabanchel es sin duda cine./