Mortimer nunca pensó que su vida daría un vuelco aquella mañana, ni que su imagen renovada lo convertiría en una estrella. Era un simple ratón, la mascota de un tipo llamado Walt Disney, un creativo dibujante que en 1928 lo plasmaba en imágenes y cortos. Disney, le cambió el nombre por Mickey Mouse, ya que el primero sonaba demasiado aristocrático, y su creador aspiraba llegar a la mayoría de los hogares del planeta. Lo conseguiría: acababa de nacer el icono del mayor imperio de animación e ilusión de la centuria.
Esas anécdotas recreadas y otros muchos más datos son los que recoge la exposición Disney 100 años en imágenes que albergará hasta el 22 de octubre, la explanada de Madrid Río, junto al lado de la Nave de Terneras en Arganzuela. Más de 65 metros de imágenes formados por una docena de paneles expositivos donde se explica el origen y la evolución de esta fábrica de dibujos e ilusión y un logo de gran tamaño para hacerse ‘selfies’.
En 1923, Walt funda junto a su hermano Roy la empresa de animación Disney Brothers Cartoon Studio para generar sus primeras creaciones animadas como Alice Comedies. En 1928 llegaría la antesala de Mickey Mouse, un ratón travieso al que puso voz el propio Walt e inspirado en Mortimer.
En los años 30, Disney llega al cine con el lanzamiento de Blancanieves y los siete enanitos y aparece la primera incursión del pato Donald, recibiendo también en esa década los primeros reconocimientos Academy Award. En este punto la compañía comienza a usar la técnica del espejo (mirarse ellos mismos) para captar los rasgos exactos de las emociones y trasladarlos a los dibujos-personajes.
La mitad del siglo trae personajes que se convertirán en clásicos con películas como La Bella Durmiente, Peter Pan o Alicia en el País de las Maravillas, la instalación del parque Disneyland en California, y se comienza a usar la técnica de la xerografía o copiado de imágenes en la animación. Tras la muerte de los hermanos Disney, la compañía amplía su influencia en el cine, otras temáticas en sus historias, pero será en los 80 cuando llegue la revolución en la factoría con la creación del primer canal de televisión exclusivo para sus creaciones, y empezar a producir otras películas de ficción no animada.
Los últimos años del siglo pasado se convierten en el Renacimiento de la empresa con ejemplos como La Bella y la Bestia o el Rey León que presentan historias y modelos diferentes basados en clásicos de la literatura, adaptadas al público infantil. La digitalización llega a partir del año 2000 con mejoras en la imagen y en la generación de contenidos híbridos entre la animación y la acción real.
En los últimos veinte años, se han introducido ambientaciones diferentes y modelos diversos como en Tiana y el Sapo, además de la entrada de los superhéroes y la creación del imaginario colectivo con referentes actuales como Frozen, las nuevas sagas de Star Wars y otras figuras femeninas alejadas de las princesas que plantean nuevos modelos sociales como Vaiana o Encanto.
En alguna esquina de un viejo papel, Mortimer no sale de su asombro.