El 11 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Esta efeméride, proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015, trata de impulsar la igualdad de género en la ciencia desde una participación plena y equitativa de las mujeres. Esto viene justificado, tanto por las enormes dificultades que las mujeres han encontrado a lo largo de la historia para desarrollar carreras científicas (durante muchos siglos podemos hablar incluso de imposibilidad plena), como también por la falta de reconocimiento que tienen las que lo consiguieron, y por la constatable desigualdad de oportunidades que, aún hoy en día y en mayor o menor grado, prevalece en muchos ámbitos y lugares.

Revertir esta situación, no es solo cuestión de justicia para ellas, si no que redunda en beneficio de toda la humanidad. Si nos planteamos que todo el desarrollo y el saber científico y tecnológico acumulado por la humanidad hasta el día de hoy, se ha logrado prescindiendo deliberadamente de la mitad de las mentes del mundo, ¿dónde habríamos llegado -o llegaremos- permitiendo participar en igualdad a esa otra mitad?

[Imagen: Rossalind Franklin, descubridora de la estructura del ADN. Tres hombres recibieron el Premio Nobel por ello. Fuente: London Remembers]

En consecuencia, desde Madrid Ambiental vamos a rendir un humilde tributo y dar a conocer a grandes heroínas que, frente a todos los obstáculos imaginables, consiguieron cambiar el curso de la Ciencia.

Más allá de Hipatia y Marie Curie, nombres como el de Lise Meitner, Rossalind Franklin, Vera Rubin, Henrieta Swan Leavitt o Margarita Salas van saliendo poco a poco del olvido. Nos queremos sumar a ello, tratando de complementar la lista desde una perspectiva menos abordada: la de mujeres que marcaron un hito en el campo de la comprensión y la conservación del entorno ambiental.

Como decimos, traemos 11 historias (una por cada uno de los días que restan hasta el 11 de febrero) y en ellas encontraremos científicas que si bien no nos hablaban aún sobre conservación, sí que arrojaron luz para comprender mejor cómo es y cómo funciona la naturaleza. Otras que, no siendo científicas, sí que trabajaron en base a los conocimientos adquiridos para denunciar y concienciar al mundo acerca de la importancia de proteger nuestro entorno.

Os dejamos con la primera historia, hablamos de… Eunice Newton Foote

Nacida en 1819, Eunice Newton Foote fue una pionera en la causa feminista: Participó y firmo la declaración final de la Convención de de Seneca Falls en 1848, la primera convención en la historia por los derechos de las mujeres. Pero también hizo una gran labor por demostrar la igualdad de capacidades entre hombres y mujeres a través de su labor investigadora, desempeñada de manera amateur y sin apenas formación científica.

Eunice Newton Foote

[Imagen: Eunice Newton y Elisha Foote. Fuente: mujeresconciencia.com]

Con un sencillo experimento casero -empleando una bomba de vacío, dos cilindro de vidrios y cuatro termómetros- demostró por primera vez, nada más y nada menos, que el CO2 era responsable del calentamiento de la atmósfera. Aislando los diferentes gases en los tubos, exponiéndolos a la radiación del sol y midiendo las temperaturas, concluyó que aumentos en las concentraciones de este gas podían haber provocado climas más cálidos en épocas pasadas. De este modo introducía la primera pista hacia conceptos de vital importancia en materia de conservación del medio ambiente, e incluso de nuestra propia civilización, como son el Efecto Invernadero y el Cambio Climático.

Temperatura y CO2

[Gráfico: Evolución de la temperatura y de las emisiones de CO2. Fuente: researchgate.net]

Su estudio fue presentado en 1856 a la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia. El encargado de hacerlo fue Joseph Henry, probablemente porque no estaba bien visto, o incluso permitido, que las mujeres presentaran estudios científicos. Si bien algunas reseñas fueron publicadas por prensa especializada, el estudio no tuvo demasiado impacto y ni siquiera consta en el acta oficial del encuentro. Quizás no se consideró un tema de envergadura: era aplicable solo a estudios sobre paleoclimatología, pero en ningún caso relacionado con una crisis de emergencia mundial que en aquel entonces apenas se podía sospechar. Probablemente, su género y condición de aficionada influyeran también.

A lo anterior hay que sumar que, en aquel entonces, Estados Unidos jugaba aún un papel secundario en el avance científico respecto a Europa, en donde realmente una nueva teoría podría tener mayor repercusión. Además las comunicaciones entonces no eran como ahora. Es por eso que, muy probablemente, cuando el británico John Tyndall llegó -con muchos más medios a su alcance- a las mismas conclusiones en 1859, no tuviera el menor conocimiento del trabajo de Foote. El caso es que fue a John Tyndall a quien, durante más de un siglo, se le atribuyo injustamente el descubrimiento.

John Tyndall

[Imagen: John Tyndall. Fuente: keespopinga.blogspot.com]

Si bien otros redescubrieron a Foote con anterioridad a 2016, no tuvieron la capacidad de influir lo suficiente en la comunidad científica como para cambiar una creencia arraigada durante 150 años. Fue en ese año cuando el climatólogo Ed Hawkins consiguió resucitar la autoría de Foote. Lo logró al compartir un artículo de su compañera Katherine Hayhoe, que a su vez había redescubierto por casualidad el trabajo de Foote, y lo hizo a través de una herramienta suficientemente poderosa para influir definitivamente en el pensamiento colectivo: Twiter. Así es como, bien empleadas, las redes sociales pueden traer también beneficios tan inesperados como el de rescatar del olvido a una extraordinaria científica.

 

¿Cómo puedo saber más sobre Eunice Newton Foote y su legado?

El trabajo original de Eunice Newton Foote se encuentra disponible en The American Journal of Science and Arts – Google Books.

Os compartimos también las patentes de dos curiosos inventos: unas plantillas de caucho vulcanizado que evitaban los chirridos y una máquina para fabricar papel, diseñados por nuestra protagonista en su interdisciplinar labor de científica aficionada.

Respecto al Cambio Climático, la información disponible es enorme, al mismo tiempo difícil de abarcar y de discriminar. Es por ello recomendable, siguiendo la estela de Newton Foote, comenzar con recursos que nos ayuden a comprender los fundamentos del Efecto Invernadero, la base científica sobre los que podamos encajar mejor el resto de las piezas.

 

“A continuación, el profesor Henry leyó un artículo de la señora Eunice Foote, precediéndolo con unas pocas palabras en las que dijo ‘que la ciencia no era de ningún país ni de ningún sexo. La esfera de la mujer abarca no solo lo bello y lo útil, sino lo verdadero”
Scientific American, 1856

 

Por supuesto, las causas y consecuencias del Cambio climático son cuestiones que tratamos de acercaros a través de nuestras actividades, inscripciones en: proambiental@madrid.es