Sábado en el parque Enrique Tierno Galván. Primer itinerario ontológico del otoño en este parque al que entramos con las expectativas bien altas. Nada más comenzar el camino que nos llevaría desde el punto de encuentro hasta la entrada del parque nos topamos con una abubilla (Upupa epops) en la pradera de césped. Nos quedamos un buen rato observando cómo se alimentaba. Entre tanto aterrizaron en el césped estorninos negros (Sturnus unicolor), alguna urraca (Pica pica) que curioseaba el alimento de la abubilla y gorriones comunes (Passer domesticus) que iban y venían. A lo lejos una lavandera blanca (Motacilla alba) se posaba al borde de un estanque.
Desde la rampa de entrada al parque, usando la altura como mirador, dirigimos los prismáticos hacia abajo para observar a un pito ibérico (Picus sharpei) que daba saltos junto a unas palomas torcaces (Columba palumbus) posadas próximas a unos restos de escombros.
Tomamos un camino que nos llevaría a un territorio arbustivo donde esperábamos encontrarnos mirlos y otras aves gustosas de vivir entre macizos arbustivos.

[Imagen 1. Pasarela metálica del parque Enrique Tierno Galván. Fuente: Madrid Ambiental]
Y así fue. El primero que apareció fue un mirlo (Turdus merula), al cual mirando con detenimiento nos percatamos de que tenía varias plumas blancas, se trataba de un mirlo que mostraba leucismo parcial. El leucismo parcial es una condición que muestran algunos animales en los que no se genera melanina en determinadas partes del cuerpo.

[Imagen 2. Mirlo con leucismo parcial (Turdus merula). Fuente: Breemeup. Creative Commons – Algunos derechos reservados: https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/]
Tras ese mirlo vimos muchos más, pero todos negros o pardos si eran hembras.
Escuchamos y vimos varios verdecillos (Serinus serinus) muy activos. Vimos y disfrutamos de algunos petirrojos (Erithacus rubecula), concretamente de uno que nos dio un auténtico recital de canto a apenas 5 metros de distancia y durante al menos cinco minutos. Un momento precioso de increíble valor a coste cero.

[Imagen 3. Grupo de asistentes a la actividad disfrutando la presencia de un petirrojo. Fuente: Madrid Ambiental]
Nos encaminamos hacia la parte baja del parque cuando escuchamos a dos cotorras de Kramer (Psittacula krameri). Rápidamente buscaron otro posadero y no pudimos verlas bien. Pero en este momento apareció un grupo cantoso de aves que se hacían notar. Aunque con un reclamo corto, fino y de bajo volumen el movimiento de estas aves era activo. Quizá fueran seis o siete mitos (Aegithalos caudatus), pero nos parecían más. Iban de esta rama a aquella, de este árbol al otro, pero todo el bando iba en la misma dirección rastreando el camino en busca de alimento, siempre manteniendo contacto con sus reclamos.
Carboneros comunes (Parus major) y herrerillos (Cyanistes caeruleus) también hicieron su aparición, siempre agradecida. Aves presentes en todos los parques, comunes, pero cuya alegría o gracilidad y vistosidad levantan el ánimo.
Dejamos atrás a los mitos. Continuamos y vimos posarse lejos un picapinos (Dendrocopos major), creímos perderlo de vista. Al poco y tras disfrutar de un papamoscas cerrojillos (Ficedula hypoleuca) cazando junto a un bando de unos cuarenta estorninos negros (Sturnus unicolor) que picoteaban en el suelo vimos una pareja de picapinos. Se encontraban en los grandes pinos de la zona baja del Cerro de la Plata próximos a los estanques. Identificamos perfectamente a la hembra y al macho de la pareja. Una urraca los espantó, aunque seguimos largo rato escuchando su reclamo algo más lejos.

[Imagen 4. Pico picapinos (Dendrocopos major). Fuente: Ольга Балакина. Creative Commons – Algunos derechos reservados: https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/]
Ya que mirábamos en dirección a los pinos piñoneros (Pinus pinea) se mostraron unos pocos gorriones molineros (Passer montanus) posados en las ramas secundarias mientras unos cuatro carboneros garrapinos (Periparus ater) hacían equilibrios entre sus ramas más flexibles.
Llegados a los estanques vimos ánades reales (Anas platyrhynchos) en una cantidad menor a la de gansos del Nilo (Alopochen aegyptiaca). Estos gansos del Nilo parecían en su mayoría jóvenes, lo cual nos hizo sospechar de que sería una misma familia.
Dentro del agua no vimos ninguna otra especie, aunque si en la orilla donde vimos dos mosquiteros musicales (Phylloscopus trochilus).
Enfilamos el camino de regreso y subida. Este paseo nos dejaría aún el canto de un jilguero (Carduelis carduelis) para disfrutar.

[Imagen 5. Pinar adehesado de la zona baja del parque Enrique Tierno Galván. Fuente: Madrid Ambiental]
Nos vemos, ¡hasta el próximo itinerario ornitológico!
Puedes animarte y reservar plaza en el correo electrónico del programa: proambiental@madrid.es.
“Quien buen amigo halló, con un mirlo blanco topó”
Refranero popular

