En plena efervescencia primaveral y, sin embargo, con gélidas temperaturas amaneció aquel nublado domingo en el Monte del Pardo. Nuestras amigas aladas estaban más cantarinas y activas de lo esperado para la temperatura de esa mañana; pero no hay que olvidar que es un comportamiento muy habitual en dicha época del año. De hecho, las golondrinas (Hilando rustica), vencejos (Apus apus) y aviones comunes (Delinchon urbicum) surcaban ya los cielos anunciando el fin del invierno.
Urracas (Pica pica), palomas torcaces (Columba palumbus), mirlos comunes (Turdus merula), gorriones comunes (Passer domesticus), serines verdecillos (Serinus serinus) y carboneros comunes (Parus major) empezaron a aparecer alegrándonos la mañana con sus polifónicos cantos, presagio de una abundante y próspera mañana pajarera.
Y hablando de polifonías, durante todo el itinerario tanto el ruiseñor común (Luscinia megarhynchos) como el cetia ruiseñor (Cettia cetti) estuvieron presentes acompañándonos con sus melodiosos cantos, sin embargo y a pesar de la cercanía a la que nos encontrábamos de ellos, todo apuntaba a que no veríamos a ningún ejemplar de estas dos especies tan esquivas, salvo las milésimas de segundos que comprenden la salida de entre los matorrales para cambiar rápidamente de ubicación y volver a esconderse.
Una grácil lavandera blanca (Motacilla alba) paseaba tan pizpireta a pocos metros de nosotros cuando un sonido, como de muelle, se cernió sobre nuestras cabezas. Pudimos ver que se trataba de un verderón común (Chloris chloris): su color verde esmeralda y ese sonido tan particular no dejan lugar a dudas.
Sobre la rama de una acacia cercana, descubrimos un ave similar al pico picapinos (Dendrocopos major) pero del tamaño de un gorrión, era un pico menor (Dryobates minor) mucho menos abundante que el anterior. Estaba picoteando la corteza en busca de invertebrados. Al primero lo veríamos más adelante, metiéndose entre las copas de los chopos (Populus nigra) dejándonos observarlo durante una breve fracción de segundos.
[Pico menor (Dryobates minor) Fuente: L.Bravo Jarilla/CENEAM]
Al otro lado del sendero nos sorprendió el potente y agudo canto de un chochín paleártico (Troglodytes troglodytes) que se hallaba en lo alto de un fresno (Fraxinus excelsior).
Volvimos a girar la mirada hacia el lado contrario para observar a una hembra de pinzón vulgar (Fringilla coelebsun). Las hembas además de tener unas tonalidades más grisáceas que los machos, carecen del característico obispillo verde de éstos. Sin embrago, las manchitas blancas en la parte superior de las alas son idénticas en ambos.
Una pareja de ánades azulones (Anas platyrhynchos) fue la primera especie de acuáticas que apareció. Le siguió un ánade friso (Mareca strepera) macho -de colores grisáceos en contraposición a los pardos de la hembra-, una gallineta común (Gallinula chloropusalgunos) y una pareja de gansos del Nilo (Alopochen aegyptiaca) completaron las acuáticas que pudimos avistar durante nuestro paseo. Los gansos del Nilo debemos recordar que se trata de una vistosa anátida y en España es una especie exótica invasora originaria de África.
Herrerillos comunes (Cyanistes caeruleus) y petirrojos (Erithacus rubecula) aparecieron a diestro y siniestro conforme caminábamos hacia la Pasarela de Mingorrubio.
Al llegar a la pasarela la encontramos cerrada debido a las fuertes lluvias que acaecieron un par de semanas atrás por lo que dimos media vuelta y, en lugar de caminar sobre nuestros pasos, subimos hacia la zona de dehesa y el pinar para disfrutar de otro tipo de paisaje. Un par de buitres negros (Aegypius monachus) y una gran bandada de buitres leonados (Gyps fulvus) comenzaron a aparecer a lo lejos hasta llegar a tenerlos prácticamente sobre nuestras cabezas.
Parecía también una rapaz, pero con la ayuda de los prismáticos pudimos identificar al mayor de los paseriformes que tenemos: el cuervo grande (Corvus corax). Batiendo regulares y frecuentes aletazos, este solitario córvido nos hizo disfrutar durante unos minutos de su poderoso vuelo.
[Cuervo grande (Corvus corax). Fuente: L.Bravo Jarilla/CENEAM]
Regresando al punto de encuentro por la misma orilla de la senda fluvial, un grupo de jilgueros (Carduelis carduelis) y un par de trepadores azules (Sitta europaea) nos dejaron un buen sabor de boca antes de terminar el itinerario.
Como broche final, pudimos observar a un ruiseñor común (Luscinia megarhynchos) durante bastantes minutos en un claro entre las ramas de unos arbustos situados en una isleta, cantando melodiosamente y despidiendo aquella fructífera mañana de abril.
[Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos). Fuente: L.Bravo Jarilla/CENEAM]
En primavera están más activas las aves, pero también están brotando las hojas de muchas especies de árboles lo que dificulta su observación en comparación con el invierno. Sin embargo, si prestas atención a los múltiples cantos que surgen en todas direcciones, tendrás ocasión de contemplarlas.
Te invitamos a participar en los itinerarios ornitológicos del Programa Madrid Ambiental. En este enlace puedes consultar todos los que tenemos programados para este trimestre.
“Una sola golondrina no hace verano, ni una sola primavera”
Aristóteles