Desde el hospital 12 octubre arrancamos nuestra actividad camino del río. Bajamos el Anillo Verde y a los pocos minutos entramos en el Parque Lineal del Manzanares. Este será el primer parque que pasemos en busca de aves.
Conociendo el entorno sabemos que tenemos una dehesa de árboles mixtos; encinas, alcornoques, robles melojos y sobre todo olivos. Los olivos son árboles perennes y tupidos, por lo que nos tendremos que buscar la manera de encontrar a las aves que los habitan o al menos aquellas que, saltando de rama en rama se ocultarán en su interior.
[Imagen 1: Encinas en el Parque Lineal del Manzanares. Fuente: Madrid Ambiental.]
Como si fuera el aperitivo empezamos a hablar de la familia columbidae nos referimos a las palomas encontramos palomas domésticas (Columba livia), palomas torcaces (Columba palumbus) y alguna paloma zurita (Columba oenas). Con nuestro prismáticos buscamos su iris, ya que esta pequeña característica, además de muchas de las que tienen en su plumaje, nos van a distinguir las tres especies. El iris rojo-anaranjado en las domésticas, el amarillo-blanquecino en las torcaces y negro en las zuritas.
Las urracas (Pica pica) nos acompañaban y algunas cotorras argentinas (Myiopsitta monachus) se andaban posando en la hierba en busca de semillas.
Sobre todo el verdecillo (Serinus serinus) será el que ponga la melodía a este paseo. No solo la melodía si no que lo localizamos junto a otro de su misma familia (de los fringílidos), un poco más grande y menos frecuente: ¡un verderón! (Chloris chloris). Apenas separados cincuenta centímetros, cantaban y se respetaban como músicos de una banda. El álamo negro sobre el que estaban situados servía de escenario para sus cantos.
[Imagen 2: Puentes de la pasarela entre el Parque Lineal del Manzanares y Madrid Río. Fuente: Madrid Ambiental.]
Ciertamente el paseo no estaba siendo en este comienzo muy productivo dada la estación, vegetación que nos encontramos y comparándolo con otras rutas en este parque. No desesperamos y empezamos a formular hipótesis sobre la escasez de aves. Una razón podría ser que, al estar en época reproductiva algunas aves estén cuidando y alimentando a los pollos, o incluso incubando los huevos. Esto claro está, nos reduce las posibilidades casi en un 50% de las aves que podemos encontrar, y es que estamos en primavera y aunque no todas las aves crían a la vez hoy parece que las que buscamos sí lo están.
Oímos herrerillos (Cyanistes caeruleus) y vimos unos carboneros (Parus major) también en un vuelo rápido de alguno que cruzó. Y mirlos (Turdus merula), muchos mirlos.
En el vuelo de algún estornino (Sturnus unicolor) nos fijamos en el cielo y ahí deparamos en unos milanos sobrevolando el parque, formando círculos levantándose con las corrientes de aire calientes. Seis milanos negros (Milvus migrans) se dejaron ver. Poco después vimos a un milano negro volando bajo, razón por la cual una urraca le andaba persiguiendo. Le acosaba golpeándole hasta que tras un rato y viendo que se alejaba le dejó tranquilo. No conseguimos saber qué es lo que llevaba entre las patas este milano negro, pero pasamos un buen rato observando este curioso comportamiento recurrente entre estas dos especies.
[Imagen 3: Garza real sobre una de las islas del río Manzanares. Fuente: Madrid Ambiental.]
Llegados al río, el bosque de galería será el que nos lleve hasta el final de nuestra ruta. Ánades reales (Anas platyrhynchos) y gallinetas comunes (Gallinula chloropus) se dejaron ver. De ánades prácticamente todos los que vimos fueron machos, ya que suponemos que las hembras están encargándose de la crianza.
Ya es común ver algún ganso del Nilo (Alopochen aegyptiaca) en nuestras actividades o más de uno como fue el caso (dos parejas).
A lo lejos divisamos una abubilla (Upupa epops) que no se detuvo sino que iba a toda prisa y poco después vimos como también a toda prisa volvía, y así varias veces. No llegamos a ver la posada pero si su vuelo de mariposa.
Más verdecillos (Serinus serinus) se dejaron ver además de oír y no solo eso sino que en un silbido muy agudo que escuchábamos durante un rato, por fin su responsable apareció, resultó ser un pájaro moscón (Remiz pendulinus), que con tanta ilusión con que lo vimos algunos, con la misma desilusión lo vimos desaparecer al minuto.
Garcetas no vimos pero sí dos garzas reales (Ardea cinerea) que nos entretuvieron bastante tiempo, ya que se encontraban muy cerca de nosotros y pudimos disfrutar su elegante comportamiento, causa del sigilo con el que pescan.
[Imagen 4: Garza real. Fuente: Madrid Ambiental.]
Volaban de árbol el árbol grupos de jilgueros (Carduelis carduelis) que aunque se les oía bien las ramas de la vegetación no nos permitieron disfrutar su fabuloso plumaje, aunque sí que alguno del grupo consiguió distinguir un juvenil.
Vimos lavanderas tanto blancas (Motacilla alba) como cascadeñas (Motacilla cinerea). En el caso de la lavandera blanca tuvimos la oportunidad de ver una cría, su plumaje la delataba y ya sabía bien volar.
El ruiseñor bastardo (Cettia cetti) es un habitante asiduo del río Manzanares, como bien sabemos en varias zonas de todo el curso que atraviesa el municipio, pero esta vez vimos a dos en actitud de cortejo. Al rato nos pareció verlos copularon entre las ramas de los sauces.
Llegamos a Legazpi, a Madrid Río esperando alguna sorpresa más, pero no llegó, así que la esperamos para la próxima actividad.
“Verde verderol ¡endulza la puesta del sol!
Palacio de encanto,
el pinar tardío
arrulla con llanto
la huida del río.
Allí el nido umbrío tiene el verderol.
[…]”
Juan Ramón Jiménez