Comenzamos la ruta desde Plaza Elíptica con jaleo. Se nos presenta la media maratón de Carabanchel en el punto de encuentro cruzando la propia plaza. El ambiente deportivo nos hacía mirar hacia los corredores y las corredoras, en el punto de avituallamiento. Esperábamos a los demás inscritos en la actividad.
Tras estos momentos de espera, ya con el grupo nos giramos y enfilamos el camino hacia el interior del parque Emperatriz María de Austria.
Repartidos los prismáticos que llevamos de sobra para la ruta para aquellos que no tuvieran, nos ponemos en situación. Abrimos los ojos y los oídos y comenzamos a conectarnos con algunas de las especies del parque.
Tras hablar de la paloma doméstica (Columba livia) y del estornino negro (Sturnus unicolor) le tocó el turno a las dos especies de cotorras; tanto a cotorra argentina como la cotorra de Kramer (Psittacula krameri).
Ya un pito ibérico (Picus sharpei) nos estaba llamando la atención, y es que vimos muchos de ellos a lo largo de toda la mañana. En este parque es bastante fácil encontrarlos y mucho más encontrar sus antiguos nidos y sus restos de alimentación, tanto de ellos como de los picapinos (Dendrocopos major).A estos últimos tuvimos la suerte de verlos más adelante.
[Imagen 1. Paseo principal del parque Emperatriz María de Austria. Fuente: Madrid Ambiental]
Si a esta jornada tuviéramos que ponerle un título sería algo así como ‘Aves en plena crianza en el parque Emperatriz María de Austria’. Y es que vimos muchas aves yendo y viniendo al nido a alimentar a sus polluelos.
En esta época ya hace días que rompieron el cascarón la mayoría y sus progenitores (uno, otro o los dos según la especie) les van trayendo la comida. Esto hace que sea más fácil detectar los nidos. Y como aquí eramos unos cuantos ojos pendientes del tema, pues pudimos ver un precioso nido de picapinos. En este caso vimos a una hembra entrar y asomar la cabeza, pero nada de llevar comida.
Poco después fue en una caja nido y estos eran gorriones molineros (Passer montanus) Vimos a los polluelos con sus boqueras asomar la cabeza y a su madre o padre llevarles alimento. Concretamente les llevaba insectos recién cazados; mariposas, moscas, escarabajos…etc.
Nos acercamos al estanque del parque y hablamos de la isla de biodiversidad creada en su interior para favorecer el refugio, cría y alimentación de las aves acuáticas. Esta es una estupenda manera de atraer a algunas especies que no se asentarían nunca en los parques sin una vegetación acuática que les guareciera.
Tristemente también vimos a un perro echarse al agua hasta prácticamente alcanzar la isla. La escena nos sirvió para recordar algunos de los artículos de la Ordenanza General de Protección del Medio Ambiente Urbano del Ayuntamiento de Madrid en referencia al control sobre nuestras mascotas. Así dice el artículo 212.2: “En cualquier caso, los propietarios o tenedores de los perros deberán mantener control sobre ellos a fin de evitar tanto las molestias o daños a las personas y a los demás animales, como el deterioro de bienes o instalaciones públicas. Para ello deberán mantener el perro a la vista a una distancia que permita la intervención en caso necesario. […]”
Además de con nuestras mascotas, también esta ordenanza en su artículo 210 indica lo siguiente: “Para la buena conservación y mantenimiento de las diferentes especies de animales existentes en las zonas verdes, así como de los lagos y estanques existentes en los mismos, no se permitirán los siguientes actos:
a) Cazar cualquier tipo de animal, así como espantar las palomas, pájaros y cualquier otra especie de aves o animales, perseguirlos o tolerar que los persigan perros u otros animales. […]”
[Imagen 2. Zonas de esparcimiento y praderas de césped junto al estanque en el parque Emperatriz María de Austria. Fuente: Madrid Ambiental]
En el estanque vimos ánades reales. Muchos ánades reales (Anas platyrhynchos), en su mayoría juveniles.
Desde una sombra divisábamos a las anátidas mientras que en los dos pinos que nos daban sombra una familia de carboneros comunes (Parus major) montaba un escándalo. Eran tres pollos volantones, que desde un par de ramas altas se alteraban en cuanto llegaba su madre y su padre con alimento. Pudimos ver muy bien como les daban la comida a cada uno en el pico.
Durante ese rato un agateador europeo (Certhia brachydactyla) trepaba por el tronco buscando almuerzo.
Veníamos hablando de la abubilla (Upupa epops), de la posibilidad de ver una. Algo muy repetido en las rutas. Esa magia de ver una abubilla. Este animal tiene algo especial y parece algo de buen augurio verlo. Y así fue. Descubrimos la primera de varias en vuelo, pero pronto se posó en un antiguo nido de picapinos que en esta primavera estaba usando ella como nido. Llevaba claramente una oruga en el pico y no se decidía a entrar a alimentar a sus pollos. Nos echamos varios metros para atrás, pero permaneciendo en la sombra que habíamos elegido para disfrutar del momento. No se decidía, así que continuamos el camino, ya que la mejor actitud en estos casos es respetar el nido y no molestar, sentirnos agradecidos del encuentro y de la belleza del momento y dejar a la familia criar.
[Imagen 3. Abubilla (Upupa epops). Fuente: glacier_zero. Creative Commons – Algunos derechos reservados: https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/]
El camino que seguíamos era de poca sombra y decidimos no detenernos demasiado hasta las nuevas sombras, pero en ese momento vimos otro nido de pico picapinos (Dendrocopos major), en este caso siendo usado exactamente por un picapinos. Una hembra alimentaba las bocas de los pollos. Una jornada redonda como los nidos tan perfectos que hace este animal.
[Imagen 2. Pico Picapinos (Dendrocopos major). Fuente: Марина Садыкова. Creative Commons – Algunos derechos reservados: https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/]
Ya casi en el punto de encuentro donde terminamos la ruta circular pudimos ver un grupo de tres palomas zuritas (Columba oenas) junto a una paloma torcaz (Columba palumbus). Distinguimos las coloraciones y bandas alares de ambas especies. Miramos al cielo y ahí estaba, un milano negro (Milvus migrans), o más bien él milano negro que todas las mañanas en esta época visita el parque.
Nos vemos, ¡hasta el próximo itinerario ornitológico!
Puedes animarte y reservar plaza en el correo electrónico del programa: proambiental@madrid.es
“Cuando canta el milano, agua en la mano”
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