El río siempre se lleva bien con la niebla. Amanece en el Pardo con el horizonte blanco con una visibilidad baja aunque no una niebla cerrada. Empezamos en el puente de los Capuchinos nuestra nuestra, ruta nuestro itinerario ornitológico, siguiendo la margen izquierda del río remontándolo. 

[Imagen 1: Paloma torcaz delante de la niebla. Fuente: Madrid Ambiental] 

 

Queremos avanzar pero antes de empezar dos trepadores azules (Sitta europaea) nos vienen a desear buen viaje y un picapinos (Dendrocopos major) nos entorpece aún más nuestros pasos. Con estas primeras observaciones el día no puede empezar mejor. 

La niebla parece que se resiste en el cauce del río. Ya en los primeros minutos se va despejando y al cabo de un rato se empezaría a ver azul, pero antes de ese momento lo que vemos es azul de un herrerillo (Cyanistes caeruleus) oímos carboneros (Periparus ater) pero aún no los vemos. Por arriba rondando las ramas de un álamo negro, con cresta y muy pequeño un herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus) se aventura en su huida antes de que todos consigamos llegar a verlo bien. Con este no tenemos suerte pero sí con dos a agateadores (Certhia brachydactyla) que como si fuera una carrera, por dos ramas verticales de otro álamo suben y suben escudriñando el árbol en busca de alimento. El canto de un petirrojo (Erithacus rubecula) cerca del camino y el canto constante, potente, aunque muy intermitente del cetia ruiseñor (Cettia cetti), adornan el constante e incesante canto del verdecillo (Serinus serinus) posándose de modo cenital en los árboles que pasamos como en cualquier otra copa de cualquier otro árbol. 

[Imagen 2: Serín verdecillo. Fuente: Francisco Javier González Vila] 

 

Vimos una garceta (Ardea cinerea), que a estas horas con la oscuridad que presentan las copas de los árboles aún sin hoja se la veía muy bien. Su coloración blanca es muy distinguible en estos días. 

Una garza real (Ardea cinerea) pasó volando. Esta no se posó pero sí que marcó una trayectoria perfecta a unos 20 metros del agua.

En medio de una conversación sobre las cotorras argentinas (Myiopsitta monachus) que siempre marca un punto en nuestras actividades, lo vimos a lo lejos, de azul metálico aunque los pocos segundos de verlo se giró esta vez naranja butano el martín pescador (Alcedo atthis) estaba lejos sí pero lo conseguimos ver la mayoría de nosotros los que no quisiera dejarse ver sino que estaba lejos y había mucho ramaje en medio.

Hacía un rato que también habíamos visto otro pequeño pájaro uno de los más pequeños aunque hace trampa ya que tiene la cola levantada el chochín (Troglodytes troglodytes) se nos presentó un par de veces durante este pequeño recorrido cantó y sería mucho decir que bailo para nosotros pero realmente le vimos bailar.

[Imagen 3: Chochín. Fuente: Francisco Javier González Vila] 

 

Con menos interés vimos, gallinetas (Gallinula chloropus), gansos del Nilo (Alopochen aegyptiaca), patos domésticos (Anas platyrhynchos domesticus) y ánades reales (Anas platyrhynchos) . De estos más machos que hembras supusimos que las hembras algunas estarían empollando los huevos o quizá fuera la casualidad.

Los esperaba una gran sorpresa y no lo sabíamos, buscábamos la cara más visible del martín pescador su pose más cercana y nuestro momento de pausa escucha y nuestra paciencia especialmente hicieron que se nos presentara delante de nuestras narices un avetorillo (Ixobrychus minutus). Un macho de avetorillo que más que caminando agarraba los juncos y se quiso quedar quieta aunque ya sabíamos dónde estaba. Fue el momento más mágico de este día.

[Imagen 4: Avetorillo. Fuente: Francisco Javier González Vila] 

 

También miramos para arriba y vimos buitres leonados (Gyps fulvus) y entre ellos quisimos adivinar un buitre negro (Aegypius monachus), aunque su menor tamaño, su silueta y su cola lo descartaron y nos quedamos con la duda de qué águila sería.

En el momento en que las luces del Sol daban de lleno en las ramas a los herrerillos (Cyanistes caeruleus) se los veía azules y ya no gris. A los carboneros (Parus major) también se les veía ese amarillo tan intenso en el vientre estas dos especies tenían bastante actividad durante la mañana con persecuciones por tríos.

[Imagen 5: El grupo en plena búsqueda. Fuente: Madrid Ambiental]

 

A los cormoranes (Phalacrocorax carbo) no los vimos en el agua, los vimos en las copas de los árboles. Un par de pinzones (Fringilla coelebs) también se dejaron ver aunque poco. Una escurridiza curruca capirotada (Sylvia atricapilla). Los mirlos (Turdus merula), las urracas (Pica pica) y las palomas torcaces (Columba palumbus) por descontado nos acompañaron todo el camino. También algunos estorninos negros (Sturnus unicolor), gorriones comunes (Passer domesticus) y gorriones molineros (Passer montanus).

[Imagen 6: Cormorán grande. Fuente: Francisco Javier González Vila] 

 

Cuando lo común es vulgar y lo vulgar común una especie del montón puede convertirse en un despiste. Y es lo que nos pasó hoy. Vimos una pareja de ánades reales (Anas platyrhynchos) nadar hasta la orilla y perderse entre arbustos. Estaban lejos, pero lo suficiente como para caer en que la coloración del macho era claramente apagada, gris. Se trataba de una pareja de ánades frisos (Mareca strepera) y nosotros sin saberlo. Por suerte la memoria aterriza antes o después y caímos en la cuenta sin ellos delante que no eran anátidas del vulgo si no ánades menos comunes. 

Entre tanto, en el bosque de galería corrían en vertical algunos agateadores (Certhia brachydactyla), en un ascenso limitado por la altura de los árboles. Tan solo paraban un segundo para hurgar entre el liquen cortícola su almuerzo.

[Imagen 7: Agateador europeo. Fuente: Francisco Javier González Vila] 

 

En plena vuelta el picapinos ya nos avisaba de que se nos echaba el tiempo encima. Y es que uno cuando el observador está entretenido, la naturaleza supera la ficción y el tiempo pasa volando.

[Imagen 8: Paloma torcaz. Fuente: Francisco Javier González Vila] 

 

Agradecemos a Francisco Javier González Vila que tanto disfrutó el sábado con nosotros las maravillosas fotos que nos ha prestado para usarlas en este resumen de la jornada.

“No sabía que te gustaran las palomas… 

– Me gusta todo lo que no habla.”

 

Vittorio Gassman en el papel de King Benny en la película Sleepers