Celebramos el día de un grupo animal con presencia en Madrid, pero muy desconocido. Pese a ser nuestros vecinos los conocemos poco, pero sí sabemos que cada vez hay menos. Hablamos de los quirópteros, más conocidos como murciélagos.

Desde la entidad denominada en inglés como Bat Conservation International se promueve la celebración del día de la Apreciación de los Murciélagos cada 17 de abril. De este modo, se visibiliza la problemática que afrontan estos animales y nos hacemos partícipes en su conservación.

Nuestra vida cotidiana no suele coincidir con ellos, que son seres nocturnos. Esta puede ser una razón para pensar que no están presentes en la ciudad. Pero hemos de saber que a excepción de las regiones polares y unas cuantas islas oceánicas, hay murciélagos en todo el mundo. Son los únicos mamíferos que han adquirido la capacidad de volar. Si nos detenemos cerca de las farolas o en la ribera del río Manzanares durante los atardeceres de primavera y verano, podremos percatarnos de su presencia. Su revoloteo circular o en ocho nos indica que están cazando. El principal alimento de los murciélagos madrileños son los insectos voladores como las mariposas nocturnas o los mosquitos.

El consumo de insectos de media supone la mitad del peso de cada animal por noche y el cien por cien del peso en hembras lactantes. Como ejemplo para el cálculo que estarás haciendo en este momento, el murciélago de bosque (Barbastellas barbastellus) tiene un peso que oscila entre los 6 y los 13,5 g., esto es que ¡pueden ingerir unos 1.000 insectos cada noche!

Y, ¿dónde duermen?

Por desgracia cada vez encuentran menos lugares donde descansar. La arquitectura de la ciudad es cada vez menos amigable con estas especies. Donde antaño un muro de piedra daba cabida a murciélagos, gorriones, lagartijas, abejas y sapos ahora apenas quedan edificios históricos que aporten estos nichos vitales.

Actualmente de las aproximadamente 1.300 especies que existen: 21 especies de murciélagos se encuentran en riesgo inminente de extinción (en peligro crítico), 83 en peligro de extinción, 109 vulnerables y de 242 se tienen datos insuficientes, estando en riesgo su conservación.

Los peligros que enfrentan son: la continua destrucción de sus hábitats, su caza y persecución, ya sea para alimento o por deporte, el efecto del cambio climático en sus migraciones y alimentación, los accidentes causados por molinos eólicos y la desgraciada e histórica circulación de falsos mitos.

En la Comunidad de Madrid podemos encontrar veintiuna especies de murciélagos, en su mayoría las encontraremos fuera del municipio de Madrid. Se pueden diferenciar aquellas que habitan en bosques de aquellas que lo hacen en cuevas. Estas.

En los parques de la ciudad encontramos 7 especies, entre las que se encuentra por ejemplo el nóctulo pequeño (Nyctalus leisleri), habitante de los árboles y curiosamente puede desplazarse decenas de kilómetros durante la noche.

Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de Alcalá de Henares han comprobado como los parques más grandes de la ciudad albergan un mayor número de especies. Por ello son importantes estas extensiones verdes, así como los corredores ecológicos que los conectan.

Es probable que como vecinos de Madrid os hayáis percatado de la presencia de refugios de murciélagos en los parques y calles de Madrid. Se instalan en los árboles y en algunas paredes para proporcionarles refugio diurno. De esta manera se promueve que algunas especies puedan aumentar sus poblaciones y asentarse en la ciudad. Su gestación es lenta, y normalmente dan a luz a una cría por año, por ello la recuperación de las poblaciones es lenta.

Destacamos que estos refugios no son útiles para especies cavernícolas, solo para las arborícolas y fisurícolas (aquellos que se refugian en fisuras variadas). Curiosamente la tala de árboles viejos o veteranos y la ausencia de estos y de su madera muerta es una de las causas de perdida de hábitat en la ciudad. Estos árboles ya muertos o senescentes son auténticos árboles refugio para estas especies como para muchas más.

Otras especies de quirópteros que no residen en Madrid son polinizadoras, ya que con sus conductas de alimentación dispersan y protegen valiosos cultivos comerciales de zonas tropicales y subtropicales, incluidos plátanos, anacardos, dátiles, higos, cacao, azúcar, maíz o algodón. Los murciélagos frugívoros en los trópicos dispersan semillas que son fundamentales para restaurar las selvas tropicales taladas o dañadas.

Brindan servicios ecosistémicos vitales en forma de consumo de plagas de insectos, polinización de plantas y la citada dispersión de semillas, lo que los hace esenciales para la salud de los ecosistemas globales. Son muy beneficiosos para el planeta, a pesar de no contar con el cariño de la sociedad.

¿Qué podemos hacer para favorecer la población de murciélagos en Madrid?

  • Aumentar la cantidad de plantas en la ciudad. Les encanta comer moscas, mariposas nocturnas, dípteros, hormigas, escarabajos o arañas).
  • Podemos recoger sus excrementos, llamado guano, que es un abono ecológico muy apreciado, que a su vez es orgánico y natural. Es un buen fertilizante , fungicida, nematicida y activador del compost. Además, el guano mejora la textura del suelo y la capacidad para retener agua
  • Se recomienda poner una fuente de agua cercana para que los murciélagos puedan beber.
  • Mantener en buen estado los refugios valiosos, como cavidades, edificios o árboles donde crían e hibernan, asegurando su tranquilidad.
  • Colocar cajas para murciélagos favorecemos los refugios.
  • Conservar la buena calidad de los hábitats en los que viven y cazan los murciélagos.
  • Evitar los tratamientos pesticidas.

¿Te gustaría saber más a cerca de los murciélagos y la vida que llevan en la ciudad de Madrid? Puedes escribirnos si estas interesado o interesada en que hagamos alguna actividad al respecto [proambiental@madrid.es].

 

Los murciélagos me han llevado a muchos países que nunca esperaba conocer.

Escucharlos es una emoción indescriptible, se trata de hacer audible algo que nadie puede escuchar.

Kathrin Barboza Márquez