Nos disponemos a comenzar uno de nuestros Itinerarios Ornitológicos, y hoy es el turno del Parque Juan Carlos I, en el distrito de Barajas.
[FOTO: detalle plano parque; Fuente: web municipal Madrid]
Este parque, con una extensión de 30.000 m², presenta gran variedad de ambientes: pinar, olivar, pradera, setos y 1900 metros de ría. Esto implica que diferentes especies encuentren un espacio apropiado a sus distintos hábitos y necesidades, lo cual favorece la observación de una muestra muy representativa de aves urbanas madrileñas.
Sin embargo, las expectativas decrecen a la vista de un día frío, nublado y con lluvias intermitentes, al tiempo que la celebración de una carrera popular en el interior del parque nos hace temer que las aves prefieran permanecer fuera de nuestro alcance. Situaciones así nos enseñan que la paciencia y tratar de disfrutar de la mera observación sin más finalidad que esa, pueden ser tan importantes en el empeño como lo son unos buenos prismáticos. Y así fue como casi sin darnos cuenta, y en pequeñas dosis, fueron dejándose ver varios de nuestras emplumadas vecinas.
Estas apariciones espaciadas nos permitieron una observación más detenida de cada especie.
- La concienzuda observación de un grupo de gorriones rebuscando comida en la pradera nos permitió aprender a diferenciar entre los dos representantes madrileños de este género: el gorrión común (Passer domesticus) y el gorrión molinero (Passer montanus).
- De igual modo nos ocurrió más adelante con la, habitualmente mayoritaria, paloma bravía (Columba livia/domestica), y la paloma torcaz (Columbia palumbus), más abundante en el parque.
[FOTO: gorrión molinero (Passer montanus); Fuente: Madrid Ambiental]
- Otra interesante relación familiar la encontramos entre el omnipresente mirlo (Turdus merula) y sus discretos parientes, los zorzales (Turdus philomenos), que encontramos alimentándose entre los setos, apurando antes de emigrar hacia sus destinos invernales.
- Al llegar al estanque el número de especies aumentó considerablemente. Pudimos observar, como no, al ánade azulón (Anas platyhychos), nuestro carismático “pato”, y un par de cormoranes (Phalacrocorax carbo), disfrutando del poco sol que atravesaba las nubes. A pesar de que su número se reduce con el final del invierno, aún nos sobrevolaron unos pocos ejemplares de gaviota reidora (Larus ridibundos) y gaviota sombría (Larus fuscus). Y como no podía ser de otra manera, vimos y escuchamos a los poco discretos e invasoras “nuevas vecinas”, los gansos del Nilo (Alopochen aegyptiaca).
[FOTO: HHH; Fuente: Madrid Ambiental]
Y hablando de especies invasoras y especialmente “sonoras”, no podían faltar en nuestra lista tanto la cotorra argentina (Myopsitta monachus) como la cotorra de Kramer (Psittacula krameri), que según avanzaba la mañana se hicieron más y más presentes en el parque.
En la zona de olivar tuvimos que hacer buen uso, tanto de nuestros prismáticos como de nuestra paciencia. Más atentos al suelo que a las ramas, fuimos capaces de identificar algunos de los pequeños que se movían ágilmente: petirrojos (Erithacus rubecula), verdecillos (Serinus serinus) y una pareja de colirrojos tizón (Phoenicurus ochruros).
Un ejercicio similar en el pinar, nos permitió descubrir un grupo de pinzones (Fringilla coelebs) buscando comida con algún jilguero (Carduelis carduelis) “infiltrado” entre ellos. Aquí fue donde vimos al pito real (Picus viridis) que ya habíamos encontrado en la zona de pradera al comienzo de la visita. Fue posiblemente el ave que más disfrutamos al observar y escuchar.
[FOTO: carpintero verde o pito real (Picus viridis); Fuente: Madrid Ambiental]
Un grupo de estorninos negros (Sturnus unicolor), esporádicas lavanderas blancas (Motacilla alba) y numerosas urracas (Pica pica) se dejaron también ver durante la visita. Y a punto de concluir la misma, un pequeño herrerillo (Parus caeruleus) medio oculto entre las flores de un almendro (Prunus dulcis), nos dio el perfecto broche de color a este día, finalmente no tan “gris”.
Las 23 especies observadas pese a las inclemencias, fue un gran botín, y nos habla muy bien de las posibilidades, y sobre todo la importancia que este y otros espacios verdes en la ciudad tienen como refugio para las mismas.
¿Qué puedo hacer para disfrutar observando aves en Madrid?
Ropa cómoda y poco llamativa, evitar el ruido o la compañía de mascotas son actitudes que favorecen la observación de aves, aunque se trata, en cualquier caso, de aves bastante acostumbradas a nuestra presencia. Una sencilla guía y unos prismáticos nos ayudarán a observarlas mejor e identificarlas, pero lo único esencial es la atención, la paciencia y saber disfrutar el momento.
Por su puesto, si quieres profundizar un poco más y compartir la experiencia te invitamos a participar en nuestras actividades de observación de aves, tanto a pie (Itinerarios Ornitológicos) como en bicicleta (BiciAves) por diferentes zonas de la ciudad, así como nuestros talleres de Iniciación a la Ornitología o de acercamiento al mundo del anillamiento de aves: La ciencia y las aves. No se requiere ningún conocimiento previo para ellas y puedes encontrar las mismas en nuestro catálogo trimestral.
¿Qué criatura salvaje es más accesible a nuestros ojos y oídos, tan cerca de nosotros y de todos en el mundo, tan universal como un pájaro?
David Attenborough