Después del taller de iniciación a la ornitología, nos dispusimos a poner en práctica todo lo visto dando un paseo pajarero por el Parque del Retiro. El día amaneció bastante caluroso; sin embargo, conforme avanzaba la mañana, las nubes fueron cubriendo el cielo para nuestra suerte. No obstante, la inconmensurable frondosidad de este pulmón verde de Madrid nos vaticinaba una agradable mañana.

Además de la abundancia de arbolado, el Retiro cuenta con diversas zonas de agua -estanques, fuentes, rías…- que también amenizan el calor que súbitamente ha entrado de lleno este año.

Hacia una de estas refrescantes zonas nos dirigimos accediendo al parque por la Puerta del Ángel Caído. El estanque con cascada estaba repleto de numerosos ánades azulones (Anas platyrhynchos) y patos domésticos (Anas platyrhynchos var. domesticus) que nada más vernos, salieron a nuestro encuentro por si les echábamos algo de comer.

 

[Imagen 1: Ánades azulones (Anas platyrhynchos), patos domésticos (Anas platyrhynchos var. domesticus) y palomas domésticas (Columba livia). Fuente: Madrid Ambiental]

También se nos acercó alguna paloma torcaz (Columba palumbus) entre una multitud de palomas domésticas (Columba livia) que pululaban tanto por el estanque como por las praderas aledañas, acompañadas de grandes bandos de gorriones comunes (Passer domesticus). Entre tanta muchedumbre, pudimos presenciar como una de estos devoraba un saltamontes que acababa de cazar. Menos abundantes fueron sus congéneres los gorriones molineros (Passer montanus). Apenas vimos un par de ellos durante todo el recorrido.

[Imagen 2: Gorrión molinero (Passer montanus). Fuente: Pexel]

 

Los vencejos (Apus apus) aparecieron tan pronto como lejanos en el cielo. A pesar de la distancia escuchábamos sus agudos chillidos; deliciosa algarabía en comparación con la estridente escandalera de otras vecinas del parque, las cotorras argentinas (Myiopsitta monachus). Son tan escandalosas como afamadas constructoras de  megacomunidades sobre los cedros que habitan los antiguos parques de Madrid, como es el caso del Retiro.

Otras que aparecieron por doquier fueron las urracas (Pica pica). Siempre al acecho de algún incauto que se encuentre a su alrededor buscando alimento. En cuanto localizó la comida que el estornino negro (Sturnus unicolor) andaba buscando en la pradera, allá que se fue haciéndole renunciar a su trofeo.

Al llegar a una pequeña plazoleta rodeada de magnolios en flor, un par de herrerillos comunes (Cyanistes caeruleus) revoloteaban entre los rosales que ocupan la zona central. Además del cortejo de la pareja, también nos cautivó el aroma de las efímeras flores de los magnolios.

[Imagen 3: Herrerillos comunes (Cyanistes caeruleus). Fuente: Pexel]

De vuelta hacia el centro de educación ambiental del Retiro, nos cruzamos con varias parejas de mirlo común (Turdus merula) que iban y venían entre los arbustos de las praderas que se hallan divididas por un sinfín de senderos por los que dejarse llevar al refugio de la sombra y del frescor de su frondosa vegetación.

Poco antes de salir del boscoso laberinto, un potente y alegre canto captó nuestra atención. Se trataba de un petirrojo (Erithacus rubecula) que estaba posado sobre la rama de un castaño de indias justo encima de nosotros. Con su melodioso cantar concluimos nuestra breve, pero enriquecedora aventura pajarera.

Si te interesa el mundo de la ornitología, desde el Programa Madrid Ambiental, además de variados itinerarios ornitológicos por muchos de los diversos espacios verdes de nuestro municipio, ofrecemos talleres de iniciación a la ornitología para aprender disfrutando acerca de la avifauna que habita en ellos. Puedes consultar toda nuestra oferta en el catálogo de Hábitat Madrid.

“Cada especie de ave desempeña un papel ecológico único. Al perder una, no solo desaparece un canto sino una función del ecosistema”

Thomas E. Lovejoy