El sábado 8 de julio estuvimos realizando uno de los itinerarios ornitológicos más frescos que programamos en verano. Fuimos al Monte de El Pardo,  un espacio verde de Madrid con casi 16.000 hectáreas que se encuentra dentro del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. Es un espacio con mucho valor puesto que está considerado el bosque mediterráneo mejor conservado de la Comunidad de Madrid y uno de los mejores de Europa.

[Vistas río Manzanares, Fuente: Madrid Ambiental]

El itinerario transcurrió siempre a la vera del río Manzanares, centrándonos en las aves acuáticas y aves asociadas al bosque de ribera que se presenta en ambos márgenes del río. Además del bosque de ribera, alejándonos un poco del río en seguida pudimos apreciar un bonito encinar.

La ruta como en otras ocasiones, comienza en el puente de los Capuchinos y la mañana nos sorprendió con un gran silencio. No escuchábamos apenas cantos a nuestro alrededor y en el agua tampoco asomaba ningún ave.

La primera ilusión de la mañana fue una oropéndola europea (Orious oriolus) a la que pudimos escuchar perfectamente con su canto tan característico. La seguimos escuchando durante la mañana, pero no se dejo ver; pese a sus llamativos colores es un ave que se camufla muy bien en el bosque.

[Oropéndola]

Ese canto nos agudizo la audición así que empezamos a escucha también a la paloma torcaz (Columba palumbus) y a la paloma bravía (Columba livia) que además conseguimos ver más adelante en el camino exterior al bosque de ribera. La vista también fue adaptándose y aparecieron los primeros pájaros de pequeños tamaños. Pudimos observar durante un buen rato a un trepador azul (Sitta europaea) y a una pareja de herrerillos comunes (Cyanistes caeruleus).

Poco a poco parecía que el bosque y el río cobraba vida y se llenaba del trino del serín verdecillo (Serinus serinus), la gallineta común (Gallinula chloropus) y el choque del pico contra la madera de un pico picapinos (Dendrocopos major). Además, como en todos los itinerarios también se escucha a la cotorra argentina (Myiopsitta monachus), y es momento de recordad que se trata de una especie exótica invasora, que por desgracia siempre encontramos cuando salimos a pajarear.

Aprovechamos uno de los miradores y enseguida apareció un pájaro pequeño que parecía querer llamar nuestra atención pues no paraba de hacer reclamos mientras nos miraba directamente. Se trataba de una curruca carrasqueña occidental (Curruca iveriae), una de las currucas de colores más vistosos de la Península Ibérica. Mientras robaba la atención de algunos, otros avistaron un avetorillo común (Ixobrychus minutus) que enseguida acaparó toda la atención. Otra especie en esta ocasión de  vuelo rápido y destello azul se atravesó en nuestras miradas, hablamos del martín pescador común (Alcedo atthis). Justo antes de retomar la ruta, se posó en la rama de un árbol próximo una tórtola turca (Streptopelia decaocto).

[Curruca cascadeña occidental, Fuente: Flickr]

Una melodía desde el cielo capto nuestra atención, todos reconocimos el inconfundible canto de los abejarucos europeos (Merops apiaster) que se encontraban revoloteando sobre nuestras cabezas. También en el cielo pudimos ver milano negro (Milvus migrans), buitre leonado (Gyps fulvus) y buitre negro (Aegypius monachus). A menos altura se encontraban el vencejo común (Apus apus), el avión común occidental (Delichon urbicum) y la golondrina común (Hirundo rustica).

[Abejaruco europeo, Fuente: Flickr]

Además de la gallineta (Gallinula chloropus),  en el agua también vimos ánade azulón (Anas platyrhynchos), tarro canelo (Tadorna ferrugínea) y lo que parecían juveniles de ánade friso (Mareca strepera). Cuando estábamos mirando hacia el río se cruzaban pequeñas aves con una franja amarilla bastante grande en las alas, se trataba de jilgueros europeos (Carduelis carduelis) y otra de color rojizo que en cuanto se posó vimos que era un ruiseñor común (Luscinia megarhynchos). Entre las ramas de los árboles también veíamos un ave muy común como su nombre indica, la urraca común (Pica pica).

Cerca de una valla, lo que es un comportamiento muy común en este animal, se dejó ver un juvenil de petirrojo europeo (Erithacus rubecula) que aún mantenía el moteado en las plumas del pecho. Cerca se encontraban los gorriones comunes (Passer domesticus), en esta ruta suelen verse en menor cantidad pues nos encontramos un poco alejados de la población que es el entorno donde más les gusta estar a ellos.

Para culminar la ruta nos deleitamos con una imagen familiar de golondrina común (Hirundo rustica). Encontramos tres juveniles posados en una rama que estaban esperando que sus padres, que no paraban de ir y venir, les alimentarán.

 

Algunos consejos para observar aves en el Monte de El Pardo

Al encontrarse más lejos de la ciudad se observa más variedad de aves, además de las propiamente urbanas que reconocemos en los espacios verdes de la ciudad. En este entorno las aves no están tan acostumbradas al ser humano por lo que su avistamiento es un poco más complicado. Para favorecer la observación en este espacio, lo recomendable es tener paciencia e invertir al principio de nuestra ruta un poco de tiempo para habituar la vista y el oído al entorno.

Como siempre, lo mejor es evitar hacer ruido y movimientos bruscos. En definitiva, intentar integrarnos lo máximo posible con el entorno para no avisar a las aves de nuestra llegada y evitar su huida.

Si te apetece ver aves con nosotros, te recordamos que realizamos diferentes itinerarios ornitológicos dentro del municipio de Madrid. Puedes encontrar la información sobre fechas y horarios en el catálogo de actividades ambientales de Hábitat Madrid, en el espacio del programa Madrid Ambiental y reservar plaza para los que más te interesen a través del correo proambiental@madrid.es.

 

«Hace ya varios siglos que pájaros ilustres sobrevuelan los predios de la vasta poesía»

Mario Benedetti

 

Puedes leer en las siguientes entradas la recopilación de especies observadas y registradas hasta el momento.