La alimentación es una necesidad de cualquier ser vivo, aunque a veces parece que el ser humano no le presta demasiada atención. Ha llegado el verano y quizás habéis notado que vuestro cuerpo os pide un cambio de alimentación, y suele coincidir con los productos de temporada. De pronto nos apetecen más frutas y verduras, comidas frescas y solemos tener menos apetito. Todo esto tiene unos motivos que vamos a ir desarrollando en la entrada.

Primero me gustaría comenzar con los alimentos que corresponden al verano. Cambiar los alimentos que consumimos según el momento del año es lo mejor que podemos hacer tanto para nuestra salud como para la salud del planeta. Nos vemos beneficiados porque suelen ser alimentos que contienen más agua en verano y las vitaminas que tanto necesitamos, pues nuestro cuerpo se enfrenta al sol y a la pérdida de nutrientes por sudoración. El medio ambiente también nos lo agradece, consumiremos cosas que en su producción no han necesitado recursos externos, para desarrollarse necesitan la luz solar y la humedad correspondientes a esta estación en la región en la que te encuentras. En Madrid los alimentos a priorizar en consumo serían: sandía, melón, melocotón, ciruela, breva, albaricoque, paraguaya, nectarina, tomate, calabacín, pimiento, berenjena, judías, lechuga, pepino, … La lista es muy variada, jugosa, fresca y llena de vitaminas. La mejor manera de saber si estamos consumiendo alimentos de temporada, en caso de que no sepamos cuales son, es buscar un calendario hortelano. Se pueden encontrar en libros de agricultura y en internet, recordar que debéis tener en cuenta el lugar en el que os encontréis.

Otro detalle a tener en cuenta es consumir alimentos ligeros. En verano las digestiones debido al calor se pueden hacer pesadas y hacernos sentir fatiga. Por eso es el momento de consumir más productos frescos y crudos. Esto también va a ayudar a no producir tanto calor en casa por el uso de la cocina y ahorrar energía. La eficiencia energética sigue siendo un aspecto muy importante de la sostenibilidad, pues producir la energía que llega a nuestras casas y transformamos sigue conllevando un gran impacto ambiental. Hay multitud de recetas con alimentos crudos y muy poco procesados asociadas al verano. Algunas de ellas son:

  • Gazpacho: triturar 1 kg de tomate, 1 pepino, 1 pimiento verde, 2 dientes de ajo, 2 cucharadas de aceite de oliva, ½ cucharada de vinagre de Jerez, una rebanada de hogaza de pan, y sal y agua al gusto.
  • Sopa fría de pepino: triturar 2 pepinos pequeños, 1 yogurt natural, ½ cebolleta, un poco de ajo, sal, vinagre de manzana, pimienta negra, aceite de oliva y menta fresca.
  • Ajoblanco: triturar 200 g de miga de pan, agua fría, aceite de oliva, 200 g de almendras crudas, 3 diente de ajo, 2 cucharadas de vinagre y sal.
  • Sopa de tomate: triturar 800 g de tomates, 2 dientes de ajo, ½ cebolla, 200 ml de caldo de verduras, 1 zanahoria, 1 cucharada de harina de trigo, 4 hojas de albahaca, aceite de oliva, sal y pimienta negra.
  • Batido de plátano: triturar 1 plátano (se puede congelar el día anterior), leche de avena (también se puede poner leche de vaca, aunque la leche vegetal le da un sabor muy agradable al batido), 1 cucharada de copos de avena y un poco de canela en polvo.
  • Batido de sandía: triturar ½ sandía, zumo de ½ lima y luego dejar enfriar con unas hojas de hierbabuena frescas.

Con todas las recetas se puede jugar añadiendo o quitando ingredientes según vuestros gustos, por ejemplo, ahora se están poniendo de moda los gazpachos afrutados. Por supuesto nunca hay que olvidarse de las legumbres, son una muy buena manera de añadir proteína a nuestros platos. Lo mejor si las compramos en conserva es que no lleven muchos conservantes, lo ideal es sólo ácido cítrico, y que el envase sea de vidrio.

Aunque cocinar supone añadir calor a la casa y que luego tardemos más en enfriarla, siempre se pueden tener conservas preparadas con antelación para hacer uso de ellas. Los alimentos en conserva son una muy buena opción para introducir productos de fuera de temporada, pues podemos realizarlas en un momento diferente al del consumo.

Para ir un paso más allá dentro de la alimentación sostenible en veranos es importante tener en cuenta el calor y adaptarnos a el:

  • Intentar no excederse en las cantidades de comida preparadas, puesto que el calor echa a perder los alimentos más rápidamente. Los alimentos frescos o cocinados deben guardarse en el frigorífico.
  • Tener cuidado con el uso de la nevera. Abrirla sólo cuando sea necesario y sacar o meter todo lo que necesitemos de una vez.

Por último, como siempre que se quiere realizar una alimentación sostenible lo mejor es optar por alimentos de cercanía y comercio local.

 

“Dime lo que comes y te diré quien eres.”

Anthelme Brillat-Salvarín

 

 

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