Salimos con cielo despejado de la glorieta de Isidro González Velázquez subiendo una pequeña cuesta que nos muestra el lugar de paseo en este día, que no es otro que el Parque Forestal de Valdebebas.

[Imagen 1: Vista del Parque Forestal de Valdebebas. Fuente: Madrid Ambiental.]
Lo primero que apreciamos en esta mañana es la tranquilidad y ausencia de ruidos, detenidas en este domingo las obras de construcción de hoteles próximos al parque. Obras que albergarán la actividad del futuro circuito de Fórmula 1, eliminando las mismas la naturaleza silvestre asentada en ese terreno. Tuvimos aquí un pequeño debate en el que se compartieron las opiniones sobre la necesidad o no de esas actividades y transformaciones del suelo y su relación con la avifauna.
Miramos hacia el Parque Forestal y ponemos oídos en las aves. Comenzamos la escucha con unos herrerillos (Cyanistes caeruleus) que se acercaron fugaces mientras explicábamos el recorrido del día.
Escuchamos y vimos gorriones comunes (Passer domesticus) entre la presencia permanente de las urracas (Pica pica) que salpican el parque.
La palomas torcaces (Columba palumbus) las vimos volando altas, picoteando en el suelo así como tratando de comer los frutos de algunos árboles. Pero durante toda la mañana las tuvimos presentes.
Las luces aún cálidas del sol bajo mostraban la hierba agostada y segada más amarilla y blanca que nunca. Entre estas hierbas, pero sobre las verdes chicorias dulces (Chondrilla juncea) se alimentaban decenas de jilgueros (Carduelis carduelis) de sus semillas. Volaban y subían a los arces, a ratos asustados por los perros, a ratos por el vuelo “torpón” de alguna paloma torcaz.

[Imagen 2: Jilgueros (Carduelis carduelis). Fuente: Arbaubb. Creative Commons – Algunos derechos reservados: https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/.]
Escuchábamos algún carbonero común (Parus major), pero tardamos un rato en encontrar uno. Lo vimos bajo una casita de madera en la zona de merendero. Miraba hacia arriba buscando entre la parte baja de las maderas de la casita insectos que comer.
Cerca un papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca) subía y bajaba de las ramas de un olmo. Bajaba a cazar su presa y subía a buscar la siguiente.
Junto a este olmo, en un ciruelo japonés (Prunus cerasifera) tres mosquiteros musicales (Phylloscopus trochilus) comían sin descanso como auténticos ratones correteando por el interior del árbol.
El primer contacto con el agua lo tuvimos en este punto, donde un pequeño estanque dibuja el camino del arroyo en un imaginado aunque actual desaparecido viaje de sus aguas hacia el río Jarama. Vimos cinco ánades reales (Anas platyrhynchos).
También vimos la escena ya común en gran parte de los parques de la ciudad que poseen zonas acuáticas; la permisividad del baño de varios perros por parte de sus acompañantes humanos. Ya sea por desinformación, desconocimiento, insensibilidad o desobediencia, esta actitud se ve cada vez más. La biodiversidad acuática se resiente y las mascotas por otro lado pueden contraer enfermedades en estas aguas, que si bien son regeneradas no se permite el baño, ni de Homo sapiens ni de Canis lupus.
Alejados los perros del estanque, dos lavanderas cascadeñas (Motacilla cinerea) volaban juntas y se posaron en la orilla al tiempo que el agua comenzaba a circular por el arroyo artificial de Valdelahiguera.
Continuamos y a lo lejos entre olivos, trepando una encina vimos un pito ibérico (Picus sharpei) cuya pareja se encontraba a pocos metros en el suelo comiendo.
El cielo nos sorprendió con el vuelo de bandadas de varias decenas de estorninos negros (Sturnus unicolor) que surcaban el cielo formando manchas negras a los que se unían (o quedaban atrapadas entre estorninos) unas pocas palomas torcaces .

[Imagen 4: Estornino negro (Sturnus unicolor). Fuente: Laanimalista. Creative Commons – Algunos derechos reservados: https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/.]
Mirando hacia el azul y despejado cielo también descubrimos alto un milano real (Milvus milvus), que aunque animamos para que se acercara un poco, hizo caso omiso y se alejó.
Ya en la zona de terrazas nos encontramos algún mirlo (Turdus merula), una curruca capirotada (Sylvia atricapilla) y un colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros), además de la mayor presencia de cotorras argentinas (Myiopsitta monachus) que buscan en esta zona del parque alimento variado.
Volvimos remontando el naturalizado pero ya artificial arroyo de Valdelahiguera con el canto acompañado aún de jilgueros, gorriones molineros (Passer montanus) y herrerillos. Estos últimos que buscaban alimento entre las hojas de los álamos negros (Populus nigra).

[Imagen 4: Camino de chopos, alisos, fresnos y sauces junto al arroyo artificial de Valdelahiguera. Fuente: Madrid Ambiental.]
Nos vemos, ¡hasta el próximo itinerario ornitológico!
Puedes animarte y reservar plaza a través del correo electrónico del programa: proambiental@madrid.es
“De padres cantores, hijos jilgueros”
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