En esta fresca mañana de invierno nos encontramos en la zona verde de mayor extensión del distrito de Carabanchel, en el Parque Emperatriz María de Austria. Compuesto por extensas praderas naturales y de césped, gran diversidad de árboles y arbustos, una gran zona de pinar y un magnífico lago artificial con vegetación palustre. Diversidad de hábitats que ofrecen cobijo y alimento a muchas especies de aves urbanas, como os mostramos a continuación.
A la entrada principal del parque, entre la multitud de urracas (Pica pica) y palomas bravías (Columba livia) dispersas por las praderas junto a grandes bandos de cotorras argentinas (Myiopsitta monachus), que vuelan de un lado para otro portando ramillas para la construcción de sus enormes nidos comunales, destaca una pequeña lavandera blanca (Motacilla alba) moviendo la colita hacia arriba y hacia abajo mientras camina grácil y despreocupadamente muy cerca de nosotros.
Nos llama la atención un pito ibérico (Picus sharpei) posado en la rama de un árbol junto al intercambiador de Plaza Elíptica. Normalmente los encontramos en las praderas o encaramados a los troncos de los árboles más hacia el interior de la zona verde, no tan cerca del asfalto. Veremos varios de éstos a lo largo del itinerario.
[Imagen 1: Pito ibérico (Picus sharpei). Fuente: CENEAM]
Junto a un numeroso grupo de gorriones molineros (Passer montanus), un solitario mirlo (Turdus merula) rebusca alguna lombriz en el césped de otra pradera aledaña. Será el primero que veremos de otros cuantos. Escuchamos el canto de un verdecillo (Serinus serinus), pero no logramos verlo hasta que los primeros rayos de sol iluminan una diminuta bolita amarilla sobre la rama de roble pelado. Continúa con sus múltiples y escandalosos gorgoritos posando un largo rato para nuestro disfrute.
El reclamo de otro paseriforme, el petirrojo (Erithacus rubecula), desvía nuestros sentidos hacia un cirpés de Arizona en la que parece esconderse. Nos sorprende que no salga a nuestro encuentro teniendo en cuenta lo territorial que es este pequeño y entrañable pajarito, de aspecto tan enternecedor como atrevido carácter.
[Imagen 2: Petirrojo europeo (Erithacus rubecula). Fuente: CENEAM]
Al entrar en la zona del pinar, comenzamos a avistar a las palomas torcaces (Columba palumbus) revoloteando y posándose entre carrascos y piñoneros. A lo lejos, vislumbramos una algarabía de acuáticas en el lago artificial. Conforme nos acercamos vamos diferenciando a los abundantes ánades azulones (Anas platyrhynchos) de, las también numerosas, gaviotas reidoras (Larus ridibundus), que flotan en las gélidas aguas del estanque, y de varias gallinetas comunes (Gallinula chloropus) entre la vegetación palustre al fondo del recinto. Observamos a un pequeño zampullín (Tachybaptus ruficollis) que se sumerge y vuelve a salir a la superficie impasible entre la agitada muchedumbre de anátidas y láridos. Una pareja de gansos del Nilo (Alopochen aegyptiaca) destacan magnánimos y solemnes, seguros de su ventaja corporal.
Continuamos la marcha retornando hacia el punto de encuentro cuando nos sorprende la primera de las abubilllas (Upupa epops) que, a partir de este momento, tendremos la suerte de poder contemplar hasta el final del recorrido. En este parque son bastante abundantes; sin embargo, no ha sido hasta ahora cuando nos encontrado con esta especie. Tal vez no las hayamos visto antes debido a la cantidad de enormes hojas secas de plátanos de sombra que hay en las praderas, ya que suelen encontrarse en el suelo buscando insectos con sus largos picos.
Este primer ejemplar parece bastante entretenido en un agujero del tronco de una acacia de tres espinas, probablemente realizado por un pico, puesto que pasamos a su lado y ni se inmuta, lo cual nos permite contemplarla durante un dadivoso rato. Y hablando de picos, un picapinos (Dendrocopos major) se posa en el tronco de un pino muy cerca de nosotros. Será el único que podremos observar hoy.
Volviendo por la senda paralela a la autovía de Toledo, varios colirrojos tizones (Phoenicurus ochruros) se cruzarán en nuestro camino raudos, aunque no desapercibidos pues su obispillo y colita rojos les delatan fácilmente. Dejamos a nuestra derecha a un numeroso e inquieto grupo de mosquiteros comunes (Phylloscopus collybita) entre los matorrales y arbustos secos de esta zona mientras a la izquierda, en las praderas, un gran bando de estorninos negros (Sturnus unicolor) también parecen buscar alimento.
En un amplio conjunto de gorriones destacan, entre las tonalidades pardas, un par de jilgueros comunes (Carduelis carduelis) con sus vistosas y rojizas caretas.
[Imagen 3: Jilguero común (Carduelis carduelis). Fuente: CENEAM]
Finalizamos el recorrido con una escena inigualable: dos carboneros garrapinos (Periparus ater) nos sobrevuelan en varias ocasiones hasta que se posan delante de nosotros, sobre la rama de un arce negundo, sin parar de agitar las alas a la vez que emiten reclamos sin cesar. Parecen una madre con su cría; la sospecha se confirma cuando ésta última abre el piquito para recibir la comida que le ofrece la otra.
En cada parque de Madrid podemos observar diferentes especies y éstas también van variando, no solo con el lugar sino también, con la estación del año. Próximamente publicaremos una entrada en nuestro blog con la recopilación de todas las especies de aves vistas a lo largo de un año completo en nuestros itinerarios ornitológicos.
Te esperamos para disfrutar con nuestros educadores ambientales en cualquiera de nuestras mañanas pajareras. Aquí te dejamos el enlace tanto a nuestro calendario https://diario.madrid.es/programambientales/calendar/, como al catálogo de nuestras actividades para este invierno https://diario.madrid.es/programambientales/agenda-invierno-2024-madrid-ambiental/, en cuya página 6 encontrarás todos los itinerarios ornitológicos programados para este trimestre.
“Sé como un pájaro posado en una rama frágil que siente doblarse debajo de ella, pero sigue cantando de todos modos, sabiendo que tiene alas”
Víctor Hugo