De nuevo cumplimos con nuestra cita estacional con las aves de El Pardo, en esta ocasión en verano.

Esta época presenta algunas dificultades añadidas para la observación de aves, ya que las aves son también susceptibles a las altas temperaturas y sus movimientos se tornan escasos según avanza la mañana. Y como no, buscan constantemente -y no las culpamos- el refugio de la sombra, lo cual dificulta distinguir bien rasgos y colores. Por otro lado, es también de constatar una mayor concurrencia de visitantes.

El Monte de El Pardo por otra parte ofrece una conjunción de diferentes entornos: urbano, ribera y dehesa, que nos permiten abarcar una mayor variedad de especies.

El paraje más urbano y cercano al río nos presenta a las habituales compañías: gorrión común (Passer domesticus) y molinero (Passer montanus), paloma bravía (Columba livia) y torcaz (Columba palumbus), tórtola turca (Streptopelia decaocto), mirlo común (Turdus merula) y las invasoras cotorras argentinas (Myopsitta monachus), no muy abundantes (afortunadamente), y que solo nos encontramos en la despedida.

[Imagen 1: Ánade azulón (Anas platyrhynchos) en el Río Manzanares. Fuente: Madrid Ambiental]

Prestos a disfrutar de un paseo muy agradable, aprovechar el ligero frescor que aporta el río Manzanares, abrir los ojos y -esto es importante también, cuando la visualización se complica- los oídos y disfrutar más la experiencia que el resultado.

Siguiendo el paseo que recorre el margen izquierdo del Manzanares, y entre los árboles que nos separan del río se adivina gran revuelo. Algunos de los causantes se dejan ver con dificultad: el petirrojo europeo (Erithacus rubecula), el trepador azul(Sitta europea), el cetia ruiseñor (Cettia cetti), el carbonero común (Parus major), la curruca capirotada(Sylvia atricapilla), el pinzón vulgar (Fringilla coelebs) y el especialmente animado serín verdecillo (Serinus serinus). De algunos otros somos capaces de reconocer su canto entre la multitud, especialmente distinguible resulta el de la oropéndola europea (Oriolus oriolus), también nos dejan constancia de su inadvertida presencia el jilguero europeo (Carduelis carduelis), el herrerillo común (Parus caeruleus), el agateador europeo (Certhia brachudactyla), el ruiseñor común (Luscinia megarhynchos) y el papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca).

El río nos ofrece también interesantes descubrimientos. El onmipresente ánade azulón (Anas platyrhynchos) aparece en varios tramos, y curiosamente apenas vemos más que hembras. También pudimos observar a la gallineta común (Gallinula chloropus), una majestuosa garza real (Ardea cinerea) remontando el río en vuelo raso, y fugaces apariciones del martín pescador (Alcedo attis) que no todos somos capaces de captar. Revoloteando sobre el cauce vamos encontrando de manera sucesiva y alterna grandes grupos de aviones comunes occidentales (Delihon urbica) y golondrinas comunes (Hirundo rustica).

[Imagen 2: Martín pescador (Alcedo attis). Fuente: Aves de Ceuta, www.avesdeceuta.com]

En la dehesa encontramos el territorio por excelencia de la urraca (Pica pica), el lejano planear de los buitres leonados (Gyps fulvus) y el lejano eco del pito ibérico (Picus sharpei). Podemos anotar también como observación el hallazgo de una pluma de pico picapinos (Dendrocopos major) perfectamente conservada.

[Imagen 3: Dehesa en Monte del Pardo. Fuente: Madrid Ambiental]

[Imagen 4: Buitre leonado (Gyps fulvus). Fuente: Málagapedia]

Mientras nos encaminamos hacia el final de la ruta, el calor y el sonido de las chicharras nos señalan que el mejor momento para nuestros fines quizás ya ha pasado. No obstante, y como suele ocurrir siempre que venimos aquí, nos invade el impulso de querer continuar, que aún queda mucho por descubrir. Con ese sentimiento nos quedamos a la espera de la próxima ocasión.

 

¿Que puedo hacer para observar aves en El Pardo?

Como en otras ocasiones os recordamos las precauciones habituales respecto a la observación de aves: limitar el ruido, evitar vestir de forma llamativa o la compañía de animales de compañía y por supuesto practicar la paciencia y la capacidad de atención. Además, en este entorno y según nos alejamos del pueblo las aves pueden estar menos habituadas a nuestra presencia.

La ruta que seguimos por ambos márgenes del río es de fácil acceso y bastante bien señalizada, pudiéndose cruzar el río sin complicaciones por la pasarela de Mingorrubio y de nuevo, al finalizar, por el Puente de los Capuchinos.

Si preferís que os acompañemos en el intento, podéis reservar plaza para nuestra próxima visita, así como para cualquiera de nuestros itinerarios ornitológicos por Madrid. Podéis consultar fechas en nuestro catálogo trimestral y plantear consultas y reservar a través de proambiental@madrid.es.

Os esperamos.