“Huid de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo; porque solo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura.”
Antonio Machado
El suelo se define de múltiples maneras, pero tal día como hoy, hablando de su conservación vamos a mirarlo con una visión socioecosistémica. Entendiendo el suelo como fuente de alimento, mantenimiento de ciclos, como refugio de biodiversidad y en definitiva como sustento de la vida.
Los principales problemas a los que se enfrenta el suelo son:
- la disminución de su fertilidad,
- la elevación de acidez, salinidad y alcalinización,
- el deterioro de la estructura del suelo,
- la erosión eólica e hídrica acelerada,
- la pérdida de la materia orgánica y de biodiversidad.
Todos ellos aumentan año tras año y por ello, el 7 de julio hacemos una reflexión deteniéndonos a mirar qué encontramos bajo nuestros pies. Necesitamos conectar con el suelo entendiéndolo como un organismo del cual nos nutrimos y nos mantiene vivos.
Un cuarto de la biodiversidad de la Tierra reside en el suelo. Pensamos quizá en lombrices, plantas, hormigas o ratones. La lista es bien larga y la ocupan seres vivos muy olvidados como los hongos, las bacterias, los líquenes o los musgos. Muchos de los organismos que habitan en el suelo son descomponedores de la materia orgánica, ayudan a cerrar ciclos dando alimento especialmente a las plantas, para que estas se perpetúen.
Sobra decir lo necesario que se hace un suelo fértil para el ser humano. Aunque hoy ciertamente es el día para hacer hincapié y sacar a relucir lo que hace por nosotros. Para ello hablamos de los servicios ecosistémicos; servicios que nos brinda el suelo, aquello de lo que nos beneficiamos y que lógicamente habremos de conservar. Son muchos: la producción de alimentos y de biomasa, el reciclaje de nutrientes o el sostenimiento de la biodiversidad de los ecosistemas terrestres y la resistencia frente a plagas. También contribuye a la regulación climática a través del secuestro de carbono en forma de materia orgánica y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, como el CO2 o el N2O. A su vez tiene un papel fundamental en la regulación del clima y del ciclo hídrico, gracias a la retención de agua, en la degradación e inmovilización de contaminantes, que nos permite la provisión de aire, suelos y aguas limpios, y en el sostenimiento de las actividades y construcciones humanas.
La deforestación, el uso desequilibrado del suelo, los monocultivos, el mal uso y sobreuso de la mecanización y agroquímicos, son los factores que más daño provocan al suelo. La agroecología propone prácticas más amigables con el suelo en los cultivos. La selvicultura que integre criterios de conservación de la biodiversidad es de vital importancia. Igualmente, las actuaciones forestales diseñadas y ejecutadas con el objetivo de mejorar la capacidad de adaptación de los bosques al cambio climático serán muy importantes para los próximos años.
Es gracias a Hugh Hammond Bennett (1881-1960), pionero en el campo de la conservación del suelo, por lo que hoy, en el día de su muerte, celebramos el día Internacional de la Conservación del suelo.