En el aparcamiento de la explanada de Lago, que en otro tiempo fue un lago de patinar, se encuentra el árbol singular más longevo de la Casa de Campo: el Taray del Humedal.
Con casi tres siglos de historia, este taray es una reliquia entre el arbolado singular del Parque y destaca por ser, junto a la Encina del Pasaje del Santo y la Encina de la Manzana, el árbol más anciano de la Casa de Campo. Se trata de un ejemplar de Tamarix gallica, una de las 6 especies autóctonas entre las 32 especies que conforman este género de la familia Tamaricaceae.
¿Sabías que el nombre común de este árbol, conocido también como taraje o tamarisco, suele llevar a confusión con el tamarindo (Tamarindus indica), especie de leguminosa tropical con la que no tiene ningún parecido?
Los tarayes o tarajes son arbustos o pequeños árboles caducifolios y muy ramosos que raramente superan los 10 metros de altura, sus finas hojas son escuamiformes y se disponen de forma alterna alrededor de las ramas unas sobre otras como las tejas de un tejado.
Posee pequeñas flores blancas o rosadas muy llamativas que se agrupan en racimos y que atraen a gran diversidad de insectos polinizadores gracias a sus cualidades aromáticas y melíferas. Las flores polinizadas dan lugar a un fruto en forma de cápsula con tres valvas que liberan pequeñas semillas pelosas cuando alcanzan la maduración.
El taray es una planta perfectamente adaptada a terrenos húmedos con gran concentración de sales, gracias a la presencia en sus hojas de unas glándulas que secretan el exceso de sales del suelo.
Su hábitat original está asociado a la ribera de ríos, arroyos embalses o a zonas de suelos húmedos con un nivel freático elevado. Es cultivado como ornamental dado la facilidad de multiplicación por esquejes, además sus propiedades para absorber sales en suelos muy salinos y la capacidad de sus raíces de fijar suelos arenosos hacen de este pequeño árbol una especie apta para la recuperación de terrenos degradados.
El Taray del Humedal.
Este anciano árbol, que supera los 270 años de edad, es uno de los descendientes de los primeros tarayes traídos desde Aranjuez a la Casa de Campo a finales del siglo XVI. Por
aquel entonces el paisaje del Parque era muy distinto al que encontramos hoy en día, ya que se encontraba parcialmente desarbolada y surcada de pequeñas fincas de cultivo, estando ubicado el taray en las inmediaciones de uno de los 5 estanques mandados construir por Felipe II.
Se eligió introducir el taray en este entorno debido a su capacidad, anteriormente comentada, de absorber el exceso de sales del suelo y facilitar así la presencia de otras especies vegetales menos tolerantes, puesto que las aguas de la Casa de Campo siempre se han caracterizado por tener una alta salinidad.
Este árbol singular también se le conoce popularmente como el Taray de Patines, lo cual se debe a que la explanada en la que se ubica actualmente fue hace tiempo un estanque para patinar en época de Alfonso XIII, el cual fue desecado y convertido en aparcamiento en 1968.
Además de por su elevada edad, la singularidad de este ejemplar destaca por su tamaño, porte e imagen. Posee un tronco formado por tres pies principales que surgen desde la base con un perímetro total de 3,43 metros y que se encuentran huecos debido a los efectos de la pudrición.
Su impresionante tamaño, para la especie de la que se trata, lo convierte más en un pequeño árbol que en un arbusto puesto que el mayor de sus troncos alcanza casi los 11 metros de altura y el conjunto de su copa posee 13 metros de diámetro.
En el siguiente vídeo os mostramos con detenimiento las características, detalles y belleza de este majestuoso árbol singular de la Casa de Campo:
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Para ampliar la información sobre el arbolado de la Casa de Campo y los árboles singulares, te invitamos a consultar los siguientes enlaces:
Árboles singulares de la Casa de Campo: el Cedro de El Reservado.