La exposición Ventas: historia de una prisión de mujeres (1933-1969) pudo ser visitada en las postrimerías del 2015 en dos lugares significativos por su situación en el plano madrileño. El primero, el centro cultural Fuente del Berro, muy cerca de la antigua localización de la cárcel femenina, demolida en la década de los setenta: el actual parque público colindante con las calles Rufino Blanco y Ramón de Aguinaga. Allí estuvo del 2 al 14 de noviembre, gracias al interés demostrado por la Concejalía de Salamanca, con gran afluencia de público y un acto celebrado el jueves 12 en homenaje a Justa Freire, pedagoga encarcelada en Ventas, en colabiración con la Fundación Ángel Llorca. El segundo, en el centro cultural Antonio Machado de San Blas, a pocos metros de las tapias exteriores del cementerio del Este donde, en los años 1939-1941, fueron ejecutadas 84 de las presas que habían pasado por aquella misma cárcel. Del 16 al 28 de noviembre pudo ser visitada allí gracias a la iniciativa del CVI (Colectivo de Víctimas Invisibilizadas) y el Círculo de Podemos San Blas.

Cierto es que determinadas películas y libros divulgados en la última década –Las Trece Rosas, o La voz dormida– han contribuido a divulgar la existencia de la que fue la prisión de mujeres más poblada de la historia de España, verdadero “almacén de reclusas” durante la época más cruenta de la represión franquista. Se calcula que fueron más de cinco mil las presas que la habitaron a finales del año 1939, con numerosos fallecimientos de mujeres y niños por causa del hacinamiento y las nulas condiciones higiénicas existentes. Sin embargo, la gran afluencia de visitantes a la exposición reveló un interés que apuntaba a una carencia, o la denuncia de un vacío: el del reconocimiento público, incluso institucional, de lo que fue y significó la prisión de Ventas para la sociedad española. Los visitantes se acercaron a la exposición con curiosidad y expectativas diversas. Para unos, los vecinos y vecinas de mayor edad del barrio de la Fuente del Berro, fue como reencontrarse con un edificio singular y familiar perteneciente a su paisaje más cercano, desaparecido desde hacía décadas, cuyas formas podían reconocer en las fotografías reproducidas en los paneles. Para otros, ese reconocimiento remitía al encierro de sus familiares -madres, abuelas- en aquella misma prisión: a las memorias y a los recuerdos heredados de su encarcelamiento en Ventas.

En ambos casos, este interés público cobró especial expresión durante el acto público del día 12 ya mencionado, el de Fuente del Berro, que aprovechó la cita para rendir homenaje a la socialista Ángeles García-Madrid, fallecida el día anterior. Ángeles estuvo en Ventas cuando el fusilamiento de las Trece Rosas, una experiencia que transmitió incansablemente en entrevistas y libros de memorias tan reveladores como Réquiem por la Libertad (1982). Al acto asistieron activistas de la memoria republicana y democrática como Javi Larrauri, que nos regaló el visionado de un emocionante testimonio de Ángeles, muy reciente. O miembros de diversas asociaciones, como Memoria y Libertad -www.memoriaylibertad-, el colectivo de Familiares de Víctimas del Franquismo en Madrid, o La Comuna, otro colectivo formado por militantes represaliados del franquismo y la transición. Tanto o más emocionante fue quizá la participación y el aporte de familiares de mujeres que pasaron por Ventas, como la hija de Argimira Hompanera, del mismo expediente que las Trece Rosas, o Nati, que había sufrido prisión en la Ventas de la última etapa, la de los años 68-69.

No quiero dejar aquí de lado la participación de otro asistente que preguntó a la mesa por el cautiverio en la misma Ventas de hombres de significación antirrepublicana, en la Ventas de los años de guerra, como el conservador Ramiro de Maeztu, ejecutado en una de las sacas de los últimos meses de 1936. Desde la mesa se le respondió que la exposición, aunque centrada en la vivencia de las presas políticas de la dictadura, no había soslayado el cruento episodio de las sacas de Paracuellos y Aravaca, compuestas en buena parte por presos encerrados a la sazón en Ventas. Por paradójico que pueda parecer, la reivindicación de la memoria democrática de las víctimas y resistentes contra la dictadura franquista, a la hora de historiar un espacio de memoria complejo y de larga trayectoria como lo fue la cárcel de Ventas (1933-1969), no es incompatible con la referencia a otras memorias de signo ideológico contrario. Y máxime cuando aquellas matanzas masivas fueron de hecho nefasto antecedente de las que se producirían después, con el triunfo del franquismo: más de dos mil seiscientos ejecutados en las tapias del cementerio del Este, solo en Madrid capital, entre los años 1939 y 1945.

Ahora bien, estamos hablando aquí de memoria democrática, la que representan con justo derecho los miles de presas políticas de la dictadura que soportaron represión y se organizaron -sí, allí dentro,en la cárcel- para combatirla. No solo víctimas, sino también, y ante todo, resistentes. Y aquí es donde topamos con ese déficit, si no tanto de memoria, sí de divulgación del recuerdo y de reconocimiento institucional, que viene arrastrando muy concretamente el Ayuntamiento de Madrid. Los nuevos poderes municipales ya han empezado a dar pasos en el sentido de corregir ese déficit, y una buena muestra la constituyen la promoción de la exposición que nos ocupa y la voluntad, ya expresada el año pasado por el Concejal de Salamanca, de acometer ese reconocimiento institucional al menos a escala de distrito.

Buena suerte, y a por ello. Son muchos los vecinos de Madrid que lo estamos esperando, y a la cabeza los familiares de aquellas mujeres resistentes contra la dictadura.