Echemos una mirada por el retrovisor de la historia y situémonos en los siglos XIX y comienzos del XX  en la calle Mayor, en el paseo del Prado o en la Puerta del Sol. Vemos a varios de nuestros antepasados caminando deprisita, como si fuesen a apagar un fuego, mirando hacia un lado y hacia otro, como si trataran de ocultar subrepticiamente algo valioso. Interpretación equívoca porque  realmente lo que desean es apostarse en un portal o en una esquina para miccionar o depositar las aguas mayores. Estas malas costumbres ciudadanas, nacidas por  razones de fuerza mayor,  causaban problemas de higiene y salubridad pública por la ingente cantidad de excrementos y orines depositados en las calles y plazas del centro de Madrid. Conscientes  de los problemas sanitarios  y odoríficos así como de la mala imagen ofrecida a los numerosos viajeros que llegaban a la capital, las autoridades municipales, y en concreto el alcalde José Osorio, Duque de Sexto, trataron de atajar la situación ordenando la instalación de los primeros urinarios públicos subterráneos en la Puerta del Sol en 1863. Una medida contestada por los madrileños porque tenían que pagar por su uso.

En el siglo XX se abrieron más evacuatorios subterráneos, para señoras y señores, delimitados por verjas de hierro e iluminados por farolas, que aún  hoy funcionan en el Parque de El Retiro – que también dispone de lavabos en quioscos como el del paseo de las Estatuas-  y en la plaza de Cibeles.

Quiosco en el Retiro
Quiosco en el Retiro
Aseos en Cibeles
Aseos en Cibeles

 

 

 

 

 

 

 

 

Aseo público instalado en los 90

WC para clientes y chirimbolos

Con el trascurso del tiempo, los excusados públicos se fueron cerrando y los viandantes, en caso de apuro, entraban a los servicios de los bares y las  cafeterías. Era tal la profusión de necesitados, que muchos de estos establecimientos colgaron en la puerta carteles que rezan WC sólo para clientes, anuncios que podemos ver en la actualidad en bares y cafeterías. Con la instalación en las calles del mobiliario urbano bautizado como chirimbolos, en la década de los años 90, se colocaron en las calles del centro  aseos con autolimpieza a 10 céntimos.

 

 

INTEGRACIO¦üN SOPORTES baja15Reflejos para el siglo XXI

Fijémonos en los datos y las estadísticas, que para todo hay, porque la cantidad y la calidad de los mingitorios públicos son también un indicativo de la modernidad de las ciudades. Hasta hoy son 27 los escusados públicos fijos instalados en las vías más transitadas, frente a los 400 de París. A partir de este verano, Madrid se aproximará más a las capitales europeas con la  instalación de 130 aseos de un único diseño, Reflejos, que disponen de un sistema de autolimpieza y de accesibilidad al precio de 10 céntimos. Estos servicios públicos se incrementan en un 385% y con ellos se pretende cubrir una de las necesidades más perentorias que en un momento dado pueden sentir los miles de ciudadanos que a diario transitan por nuestras calles.